El capitán del barco se acercó a Jonás y le preguntó: “¿Cómo es que puedes estar durmiendo? Levántate y ora a tu Dios. Quizás así se dará cuenta de lo que pasa y no nos ahogaremos”.
“Haz que todos los judíos de Susa se reúnan y ayunen por mí. No coman ni beban nada durante tres días y tres noches. Yo y mis doncellas también ayunaremos. Después iré a ver al rey, aunque sea contra la ley, y si muero, que muera”.
“¿Qué es ese proverbio que ustedes citan sobre el país de Israel? “‘Los padres comieron las uvas sin madurar, pero sus hijos obtuvieron el sabor agrio’?
El Señor alza la voz y da órdenes, al frente de su ejército. Sus tropas son innumerables, y los que siguen sus órdenes son poderosos. El día del Señor es terrible. ¿Quién puede resistirlo?
Aborrezcan el mal y amen el bien. Asegúrense de que gane la justiciar en las cortes. Quizás el Señor Dios de poder tenga misericordia de los que quedan entre el pueblo de Jacob.
Sin embargo, Pablo respondió: “¿Qué hacen? Están llorando y rompen mi corazón. No solo estoy listo para ser amarrado en Jerusalén, sino también para morir allí por causa del Señor Jesús”.
Ustedes deben hacer esto porque pueden darse cuenta de cuán urgente es este tiempo, que ha llegado la hora de que despierten de su sueño. Porque la salvación está más cerca de nosotros ahora que cuando por primera vez creímos en Dios.