¡Abandona Babilonia! ¡Huye de Babilonia con gritos de alegría! Hacedlo saber a todos, diciendo a toda la tierra: “¡El Señor ha redimido a su siervo Jacob!”
¡Escapen de Babilonia! ¡Huyan por sus vidas! No se dejen atrapar por su castigo para que no mueran, porque este es el momento en que el Señor le pagará por sus pecados.
Ese día, muchas naciones creerán en el Señor, y serán mi pueblo. Yo viviré en medio de ustedes, y ustedes sabrán que el Señor Todopoderoso me ha enviado a ustedes.
Ordenó al pueblo: “Apártense de las tiendas de estos malvados y no toquen nada que les pertenezca, de lo contrario serán destruidos junto con ellos en todos sus pecados”.
Luego escuché otra voz que venía desde el cielo, y clamaba: “Mi pueblo, salgan de en medio de ella, para que no participen de sus caminos pecaminosos, y para que no participen de sus plagas.