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Referencias Cruzadas
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Jeremías 50:7

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Todos los que se cruzan con ellos los atacan. Sus enemigos declararon: “¡Nosotros no tenemos la culpa! Ellos son los que pecaron contra el Señor, su verdadero lugar de descanso; el Señor que fue la esperanza de sus antepasados”.

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28 Referencias Cruzadas  

Porque tú, Señor y Dios, eres mi esperanza. Tú eres en quien he confiado desde que era joven.

Porque ellos han destruido a los descendientes de Jacob y convirtieron nuestra nación en un desierto.

Señor, ¡A través de cada generación has sido un “hogar” para nosotros!

Los que viven bajo la protección del Altísimo, permanecerán seguros con el Todopoderoso.

Me enojé con mi pueblo y abandoné a los que me pertenecían. Te los entregué. Pero no les mostraste misericordia; incluso maltrataste a los ancianos.

¡Vengan, animales salvajes, animales salvajes del campo y de los bosques, vengan a comer a mi pueblo!

Los arameos del este y los filisteos del oeste han devorado con avidez a Israel. En todo esto sigue enojado y su mano sigue levantada.

Derrama tu furia sobre las naciones que no te reconocen como Dios, y sobre sus familias que no te adoran. Porque han destruido completamente a los israelitas, aniquilándonos. Han devastado nuestro país.

Tú eres la esperanza de Israel, nuestro Salvador en tiempos de angustia. ¿Por qué actúas como un extranjero en nuestro país, como un viajero que sólo se queda una noche?

Señor, tú eres la esperanza de Israel, cualquiera que te abandone será deshonrado. Cualquiera que te dé la espalda se desvanecerá como nombres escritos en el polvo, porque ha abandonado al Señor, la fuente de agua viva.

Israel era sagrado para el Señor, las primicias de su cosecha. Cualquiera que comiera esta cosecha era culpable de pecado, y experimentaba los resultados desastrosos, declara el Señor.

Esto es lo que dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: Cuando los traiga de vuelta a casa desde el exilio, volverán a decir en la tierra de Judá y en sus ciudades “Que el Señor te bendiga, monte santo de Jerusalén, hogar de lo bueno y lo justo.

En ese momento, allí mismo, les daré un buen rey del linaje de David. Él hará lo que es justo y correcto en todo el país.

Entonces se salvará Judá, y el pueblo de Jerusalén vivirá con seguridad. Este es el nombre que recibirá: El Señor que nos hace justicia.

Consumirán tu cosecha y tu comida; destruirán a tus hijos y a tus hijas; se comerán tus rebaños y tus manadas; se alimentarán de tus viñas y de tus higueras. Atacarán y destruirán las ciudades fortificadas en las que tanto confías.

Todos ustedes, arqueros, alinéense para la batalla alrededor de Babilonia. Disparen contra ella. No ahorren sus flechas, porque ella ha pecado contra el Señor.

Los israelitas son un rebaño perseguido y dispersado por los leones. El primero en atacar fue el rey de Asiria; después, Nabucodonosor, rey de Babilonia, les aplastó los huesos.

Esto es lo que dice el Señor Todopoderoso: El pueblo de Israel y de Judá está siendo maltratado. Todos los que los capturaron se aferran a ellos, negándose a dejarlos ir.

Se dispersaron porque no tenían pastor. Cuando se dispersaron fueron presa de todos los animales salvajes para alimentarse.

“También se darán cuenta de que yo, el Señor, escuché todas las cosas desagradables que dijiste sobre la tierra montañosa de Israel cuando anunciaste: ‘¡Las montañas han quedado vacías; son nuestras para tomarlas!’

Por eso, Señor, porque eres tan bueno, aparta tu ira y tu furia contra Jerusalén, tu santo monte. A causa de nuestros pecados y de los de nuestros antepasados, Jerusalén y tu pueblo son objeto de burla por parte de todos nuestros vecinos.

No hemos prestado atención a tus siervos los profetas que hablaron en tu nombre a nuestros reyes y dirigentes y antepasados, y a todos los habitantes del país.

y estoy enojado en gran manera con las naciones arrogantes que creen que están seguras. Estaba un poco enojado con mi pueblo, pero ellos han hecho que el castigo sea más severo.

Los que compran las ovejas para matarlas no sienten culpa por ello; y los que las venden dicen: “¡Alabado sea el Señor! ¡Ahora soy rico!” Ni aún sus pastores se preocupan por ellos.

Esta carta viene de Pablo, un apóstol de Jesucristo designado por la autoridad de Dios, nuestro Salvador, y Cristo Jesús, quien es nuestra esperanza.




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