Tú mismo me dijiste: ‘Sin duda alguna te trataré bien. Haré que tus descendientes sean tan numerosos como la arena de la playa, demasiados para contarlos’”.
puedes estar seguro de que te bendeciré y te daré muchos descendientes. Serán tan numerosos como las estrellas del cielo y la arena del mar, y conquistarán a sus enemigos.
Recuerda que juraste una promesa a tus siervos Abraham, Isaac y Jacob, diciéndoles: ‘Haré que tu descendencia sea tan numerosa como las estrellas del cielo, y te daré toda la tierra que les prometí, y la poseerán para siempre’”.
Sin embargo, el número de habitantes del pueblo de Israel será como la arena del mar, que no podrá medirse ni contarse. Entonces, justo en el lugar donde se les dijo ‘Ya no son mi pueblo’ se les llamará ‘los hijos del Dios vivo’.
“Dios no es un ser humano que mentiría. No es un simple mortal que cambia de opinión. ¿Acaso él dice que va a hacer algo, pero no lo hace? ¿Acaso hace promesas que no cumple?
Por eso, los descendientes de Abrahán, (¡que ya estaba a punto de morir!), se volvieron numerosos como las estrellas del cielo e innumerables como la arena del mar.