“Lo que sucede es que Dios sabe que tan pronto coman de él, verán las cosas de una manera distinta, y serán como Dios, conociendo lo que es el bien y el mal”.
Cuando entraron en Samaria, Eliseo oró: “Señor, abre los ojos de estos hombres para que puedan ver”. El Señor les abrió los ojos, y ellos miraron a su alrededor y vieron que estaban en Samaria.
Jerusalén pecó terriblemente y por eso ahora es tratada como un ser impuro. Todos los que antes la honraban ahora la desprecian, porque la han visto desnuda y avergonzada. Ella misma gime mientras se aleja.
De hecho, las partes del cuerpo que consideramos indignas de ser mostradas, las “honramos” cubriéndolas. ¡Es decir que lo indecente lo tratamos con mayor modestia!