Y si ha cometido algún error, o te debe algo, cárgalo a mi cuenta.
Prometo cuidarlo y seré personalmente responsable de traerlo de vuelta a ti. ¡Si no lo hago, entonces cargaré siempre con la culpa!
Así que si me consideras un compañero de trabajo en el Señor, recíbelo como si me recibieras a mí.
Yo, Pablo, escribo esto con mi propia mano: Te pagaré. Sin duda no diré lo que me debes, ¡incluyendo tu propia vida!