El viento sopla hacia el sur y luego gira hacia el norte. Gira y gira, y finalmente da una vuelta completa.
Tú sabes que tu ropa gotea de sudor cuando el viento del sur trae un aire caliente y pesado.
El viento del sur sopla en las tormentas, mientras que el viento del norte sopla cuando hace frío.
Él solo tiene que hablar para causar vientos tormentosos y levantar grandes olas,
Calmó la tempestad, y las olas se aquietaron.
Todos los arroyos desembocan en el mar, pero el mar nunca se llena. Los arroyos vuelven al lugar de donde vinieron.
Así como no sabes cómo llega el aliento de vida al niño en el vientre de su madre, tampoco puedes entender la obra de Dios, el Creador de todo.
Pero el Señor envió sobre el mar un viento fuerte que creó una tormenta, y amenazaba con destruir el barco.
Todo aquél que escucha las palabras que yo digo, y las sigue, es como el hombre sabio que construyó su casa sobre la roca sólida.
La lluvia cayó, hubo inundación y los vientos soplaron fuertemente contra aquella casa, y se cayó. Colapsó por completo”.
El viento sopla hacia donde quiere y apenas se alcanza a escuchar el sonido que hace, pero no sabes de dónde viene ni hacia dónde va; así ocurre con todo aquél que nace del Espíritu”.