Por lo que les suceda, todos los exiliados de Judá en Babilonia maldecirán a los demás de esta manera “¡Que el Señor los trate como a Sedequías y Acab, quemados vivos por el rey de Babilonia!”
Los gobernadores provinciales, los prefectos, los gobernadores locales y los consejeros del rey se reunieron en torno a ellos y vieron que el fuego no les había hecho daño. Sus cabellos no estaban chamuscados, sus ropas no estaban chamuscadas, ¡ni siquiera había olor a humo!