Les dijo que oraran al Dios del cielo, pidiendo ayuda con respecto a este misterio, para que él y sus amigos no fueran asesinados junto con el resto de los sabios de Babilonia.
“¿Qué si hay cuarenta y cinco personas buenas – solo cinco menos – ¿Aun así vas a destruir toda la ciudad solo porque son menos personas buenas?” “No la destruiré si encuentro cuarenta y cinco personas buenas”, respondió el Señor.
Tal vez el Señor, tu Dios, al oír el mensaje que el comandante del ejército entregó en nombre de su amo, el rey de Asiria -un mensaje enviado para insultar al Dios vivo- lo castigará por sus palabras. Por favor, reza una oración por el remanente de nosotros que aún sobrevive”.
“Esto es lo que dice el Señor: Volveré a responder a las oraciones del pueblo de Israel. Esto es lo que haré por ellos: Haré que aumenten en número como un rebaño.
Te doy gracias y te alabo, Dios de mis padres, porque me has dado sabiduría y poder. Ahora me has revelado lo que te pedimos; nos has revelado el sueño del rey”.
¿Qué piensan ustedes? Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se pierde, ¿acaso no dejará él las noventa y nueve en la colina e irá en búsqueda de la que está perdida?
“También les digo que si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra acerca de algo por lo que están orando, entonces mi Padre celestial lo hará por ustedes.
Después de arrestar a Pedro, lo enviaron a la prisión, con cuatro escuadrones de soldados para vigilarlo. Su plan era traer a Pedro a un juicio público después de la Pascua.
Como pueden ver, el Señor puede rescatar de las dificultades a quienes lo respetan, y puede mantener a los malvados hasta el día del juicio, cuando complete su castigo.
David concluyó: “El Señor, que me salvó de las garras del león y del oso, y del mismo modo me salvará de este filisteo”. “Ve, y que el Señor esté contigo”, respondió Saúl.