Perdona a tu pueblo que ha pecado contra ti, todos los actos de rebeldía que ha cometido contra ti. Haz que quienes los han capturado se apiaden de ellos.
Señor, por favor responde a mi oración y a las oraciones de los que aman adorarte. Por favor, permíteme tener éxito hoy y haz que el rey simpatice conmigo’”. Yo era el copero del rey.
Ester llamó su atención y la trató favorablemente. Rápidamente le preparó tratamientos de belleza y comida especial. También le proporcionó siete sirvientas especialmente elegidas del palacio del rey, y la trasladó a ella y a sus sirvientas al mejor lugar del harén.
Pero el jefe de los eunucos le dijo a Daniel: “Tengo miedo de lo que me haga mi señor el rey. Él es quien ha decidido lo que debes comer y beber. ¿Y si te viera pálido y enfermo en comparación con los demás jóvenes de tu edad? Por tu culpa el rey querría mi cabeza”.
y lo rescató de todos sus problemas. Le dio sabiduría y lo ayudó a ganar el favor del Faraón, quien lo puso como gobernador sobre Egipto y sobre la casa real.