No me desprecies porque soy negra, porque el sol me ha quemado. Mis hermanos se enojaron conmigo y me obligaron a cuidar las viñas, y no pude cuidar mi propia viña.
Salomón tenía un viñedo en Baal-hamón que arrendaba a agricultores arrendatarios. Cada uno de ellos le pagaba mil monedas de plata por el fruto que producía.
Cuídense ustedes mismos y cuiden el rebaño, el cual les ha sido encomendado por el Espíritu Santo para que cuiden de él. Alimenten la iglesia del Señor, la cual ha comprado con su propia sangre.
Pues lo que nos da esperanza, lo que nos da felicidad, lo que nos hace sentir realmente orgullosos al estar en presencia de nuestro Señor Jesucristo cuando regrese, es tenerlos a ustedes allí también.