Salomón tenía un viñedo en Baal-hamón que arrendaba a agricultores arrendatarios. Cada uno de ellos le pagaba mil monedas de plata por el fruto que producía.
Y a Sara le dijo: “Ten en cuenta que le he dado a tu esposo mil piezas de plata. Esto es para compensar el mal que te hemos hecho ante los ojos de los que estaban contigo, y para que tu nombre quede limpio ante todos los demás”.
No me desprecies porque soy negra, porque el sol me ha quemado. Mis hermanos se enojaron conmigo y me obligaron a cuidar las viñas, y no pude cuidar mi propia viña.
Entonces Jesús comenzó a hablarles usando relatos ilustrados. “Un hombre plantó una viña. Colocó un cerco a su alrededor, cavó un hueco para que hubiera un lagar, y construyó una torre de vigilancia. Entonces la alquiló a unos granjeros, y se fue de viaje.