Por favor, aparta tus ojos de mí: ¡me están volviendo loco! Tu pelo baja como un rebaño de cabras que desciende del monte Galaad.
¡Ahora déjame! Estoy enfadado con ellos... ¡Déjame acabar con ellos! Te convertiré en una gran nación”.
Tus dientes son tan blancos como un rebaño de ovejas recién esquiladas y lavadas. No te falta ninguno: ¡todos están perfectamente emparejados!
El Señor me dijo: Aunque Moisés y Samuel estuvieran delante de mí suplicándome en nombre de este pueblo, no me darían lástima. Envíalos lejos de mí. Haz que se vayan.