Entonces el tercer ángel hizo sonar su trompeta. Y una gran estrella cayó del cielo, brillando con mucho esplendor. Y cayó sobre una tercera parte de los ríos y fuentes de agua.
Yo pondré este tercio en el fuego, y lo refinaré como la plata, los probaré como se prueba al oro. Ellos clamarán por mi ayua, y yo les responderé. Diré: “Este es mi pueblo”, y ellos dirán: “El Señor es mi Dios”.
Este es el significado de las siete estrellas que viste en mi mano derecha, y los siete candelabros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candelabros son las siete iglesias.
Su cola arrastró una tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó a la tierra. El dragón se puso justo delante de la mujer que estaba dando a luz, para comerse a su hijo al nacer.
Y clamaba a gran voz, diciendo: “La reverencia y la gloria sean dadas a Dios, pues ha llegado la hora de su juicio. Adoren a Aquél que hizo el cielo, la tierra, el mar, y las fuentes de agua”.
Y el primer ángel hizo sonar su trompeta. Y llovía fuego y granizo mezclado con sangre sobre la tierra. Una tercera parte de la tierra se quemó, y una tercera parte de los árboles se quemó también.
Los cuatro ángeles que habían sido reservados especialmente para esta hora, día, mes y año fueron liberados para matar a una tercera parte de la humanidad.
Tres mil hombres de Judá fueron a la cueva de la roca de Etam y le preguntaron a Sansón: “¿No entiendes que los filisteos nos dominan? ¿Qué crees que estás haciendo con nosotros?” “Sólo hice lo que ellos me hicieron a mí”, respondió.