y que tu verdadera naturaleza sea honrada para siempre, y que el pueblo declare: ‘¡El Señor Todopoderoso es el Dios de Israel!’ Que la casa de tu siervo David siga estando en tu presencia.
A la hora del sacrificio vespertino, el profeta Elías se acercó al altar y oró: “Señor, Dios de Abrahán, de Isaac y de Israel, demuestra hoy que eres Dios en Israel, que yo soy tu siervo y que todo lo que he hecho ha sido por orden tuya.