Cuando el rey David llegó a la ciudad de Bahurim, un hombre de la familia de Saúl estaba saliendo. Se llamaba Simei, hijo de Gera, y gritaba maldiciones al llegar.
Pero un muchacho los vio y se lo dijo a Absalón. Así que los dos salieron inmediatamente y fueron a la casa de un hombre en la ciudad de Bahurim. Él tenía un pozo en su patio, y ellos se metieron en él.
Con él iban mil hombres de la tribu de Benjamín, incluyendo a Siba, siervo de la familia de Saúl, así como los quince hijos de Siba y veinte siervos. Se apresuraron a bajar al Jordán para recibir al rey.
“No olvides a Simí, hijo de Gera, el benjamita de Bahurim que me maldijo con palabras dolorosas cuando fui a Majanayin. Cuando me encontró en el Jordán, le juré por el Señor: ‘No te mataré a espada’.
Ismael salió a su encuentro desde Mizpa, llorando a su paso. Cuando Ismael se encontró con los hombres, les dijo: “¡Vengan a ver lo que le pasó a Gedalías hijo de Ahicam!”.