Así que cuando estaba oscureciendo se pusieron en marcha y se dirigieron al campamento de los arameos. Pero cuando llegaron a la entradadel campamento, no había nadie.
Los madianitas, los amalecitas y todos los pueblos de Oriente llenaban el valle como una nube de langostas, y en cuanto a sus camellos, eran tan incontables como la arena de la orilla del mar.
Al día siguiente, Saúl organizó al ejército en tres divisiones. Atacaron el campamento amonita antes del amanecer y siguieron matándolos hasta que llegó el medio día. Los sobrevivientes estaban tan dispersos que ni siquiera quedaban dos de ellos juntos.
Ve y ataca a los amalecitas y extermínalos a todos. No perdones a nadie, sino que mata a todo hombre, mujer, niño y bebé; a todo buey, oveja, camello y asno”.