¿Acaso qué soldado alguna vez tuvo que pagar su propio salario? ¿Quién planta una viña y no come de sus frutos? ¿Quién alimenta un rebaño y no consume su leche?
Cuídense ustedes mismos y cuiden el rebaño, el cual les ha sido encomendado por el Espíritu Santo para que cuiden de él. Alimenten la iglesia del Señor, la cual ha comprado con su propia sangre.
¿Hay algún hombre aquí que haya plantado un viñedo y aún no haya disfrutado de su fruto? Puede irse a casa, de lo contrario podría morir en la batalla y otro hombre disfrutaría de su fruto.
Estas son las instrucciones que quiero darte, Timoteo, mi hijo, siguiendo las profecías que te han traído hasta aquí, para que puedas pelear la buena batalla.
Pelea la buena batalla confiando en Dios. Aférrate completamente a la vida eterna a la cual fuiste llamado. Esto fue lo que prometiste hacer delante de muchos testigos.
Cuiden del rebaño que se les ha encomendado, no porque estén obligados a vigilarlos, sino con agrado, como Dios quiere que sea. Háganlo de buena gana, sin buscar beneficio de ello.