Hermanos y hermanas, cuando vine a ustedes no traté de impresionarlos con palabras excepcionales, o con gran sabiduría, cuando les dije lo que Dios quería decirles.
Entonces Moisés dijo al Señor: “Discúlpame, pero no soy bueno con las palabras, ni lo he sido en el pasado, ni desde que comenzaste a hablar conmigo, tu siervo. Soy de hablar lento y no digo las cosas bien”.
Estas personas no sirven a Cristo nuestro Señor sino a sus propios apetitos, y con su forma de hablar lisonjera y palabras agradables engañan las mentes de las personas desprevenidas.
Ahora, a Aquél que puede fortalecerlos, mediante la buena noticia que yo comparto y el mensaje de Jesucristo, Conforme al misterio de verdad que ha sido revelado, El misterio de verdad, oculto por la eternidad,
Pues Cristo no me envió a bautizar, sino a esparcir la buena noticia, y ni siquiera con sabiduría y elocuencia humana, de lo contrario la cruz de Cristo no tendría validez.
De eso hablamos, no usando palabras enseñadas por la sabiduría humana, sino lo que el Espíritu enseña. Nosotros explicamos lo que es espiritual usando términos espirituales.
Por el contrario, explicamos la sabiduría de Dios en términos de un misterio revelado que fue oculto anteriormente y que Dios planeó para nuestra gloria antes de la creación de los mundos.
el día que él venga a recibir gloria de su pueblo, admirado por todos los que confían en él. Esto los incluye a ustedes, porque ustedes se convencieron de lo que les predicamos.
Así mismo no se avergüencen de contar a otros sobre nuestro Señor, ni se avergüencen de mí. En lugar de ello, estén listos para participar del sufrimiento por causa de la buena noticia a medida que Dios los fortalece.
Yo soy Juan, hermano de ustedes, partícipe en el sufrimiento y en el reino, y en la paciente espera que experimentamos en Jesús. Fui detenido en la isla de Patmos por compartir la palabra de Dios y la verdad tal como fue revelada por Jesús.
Entonces caí postrado a sus pies para adorarlo. Y me dijo: “¡No lo hagas! Yo soy un siervo de Dios, como lo eres tú, y como los que aceptan el testimonio de Jesús. Adora a Dios, porque el testimonio de Jesús es el espíritu profético”.