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Marcos 9:18 - NT Traducción Contemporánea de la Biblia

18 dondequiera que esté, este demonio se apodera de él, lo derriba, hace que eche espuma por la boca y cruja los dientes, y lo está destruyendo. Ya le he pedido a tus discípulos que lo sanen, pero no han sido capaces de hacerlo.

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Biblia Reina Valera 1960

18 el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Y, siempre que este espíritu se apodera de él, lo tira violentamente al suelo y él echa espuma por la boca, rechina los dientes y se pone rígido. Así que les pedí a tus discípulos que echaran fuera al espíritu maligno, pero no pudieron hacerlo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 En cualquier momento el espíritu se apodera de él, lo tira al suelo y el niño echa espuma por la boca, rechina los dientes y se queda rígido. Les pedí a tus discípulos que echaran ese espíritu, pero no pudieron.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 y dondequiera que lo ataca lo derriba, y echa espumarajos y cruje los dientes y se pone rígido. Y dije a tus discípulos que lo echaran, pero no fueron capaces.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 y cuando se apodera de él, lo tira por tierra; y el niño echa espumarajos, rechina los dientes y se queda rígido. Les dije a tus discípulos que lo expulsaran, pero ellos no han podido'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

18 el cual, dondequiera que le toma, le desgarra; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron.

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Marcos 9:18
16 Tagairtí Cros  

Y una mujer cananea, quien vivía en aquella región, comenzó a gritar: – ¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio.


Lo traje a tus discípulos para que lo sanaran, pero no pudieron hacerlo.


Sin embargo, los que nacieron y crecieron en el reino, pero no tuvieron una fe por identidad, serán expulsados hacia fuera, a la oscuridad, allí será el llanto y el crujir de dientes.


En verdad les digo, cualquier persona que diga a esta montaña: ¡quítate y lánzate al mar!, y no duda en su corazón, sino que cree en lo que está hablando, así sucederá.


Una persona de entre la multitud le respondió: – Maestro, te he traído a mi hijo para que lo sanes. Tiene un espíritu que le impide hablar y,


Jesús les dijo: – ¡Oh generación incrédula! ¿No pueden hacer nada sin mí? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Por favor, tráiganme al muchacho.


Le trajeron al chico; y apenas el espíritu vio a Jesús, de inmediato sacudió con violencia al muchacho, que cayendo al suelo se revolcaba echando espuma por la boca.


Y después de gritar y hacer que el chico convulsionara, el espíritu salió. El niño quedó desmayado, y la gente pensaba que había muerto.


Cuando escucharon este discurso, se enfurecieron en sus corazones, y sus rostros reflejaban el enojo que sentían contra Esteban.


Son como olas furiosas del mar que vomitan espuma de sus propias vergüenzas, estrellas fugaces, que están condenadas eternamente a la más completa oscuridad.


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