Hebreos 10:1 - NT Traducción Contemporánea de la Biblia
1 La ley, que representa la antigua alianza, era solo una sombra de las bendiciones de salvación de la nueva alianza y no las bendiciones como tal. Por eso, mediante los mismos sacrificios que se ofrecen sin cesar año tras año, no se puede perfeccionar a los que adoran;
1 Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan.
1 El sistema antiguo bajo la ley de Moisés era solo una sombra —un tenue anticipo de las cosas buenas por venir— no las cosas buenas en sí mismas. Bajo aquel sistema se repetían los sacrificios una y otra vez, año tras año, pero nunca pudieron limpiar por completo a quienes venían a adorar.
1 La religión de la Ley tiene una sombra de los bienes por venir, pero no la verdadera figura de las cosas. Por eso no puede llevar a la perfección mediante los sacrificios a los que vuelven a ofrecerlos año tras año.
1 Porque la ley, teniendo meramente una sombra de los bienes destinados a venir, no la imagen misma de las cosas, nunca puede perfeccionar a los que se acercan por medio de los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año.
1 Conteniendo, en efecto, la ley sólo una sombra de los bienes futuros, no la reproducción exacta de las realidades, nunca puede, con los sacrificios, siempre los mismos, ofrecidos sin cesar, año tras año, perfeccionar a los que se acercan a ellos.
1 Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan.
En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la carne anuló su poder; por eso Dios se donó a sí mismo a través de su Hijo que vino en una condición humana, semejante a la de los pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado y por medio de la humanidad de Cristo, Dios derrotó al pecado.
Todas estas ceremonias religiosas del pasado ahora son simplemente sombras de las cosas maravillosas que están viniendo constantemente a través de la presencia salvífica de Cristo.
acerquémonos, pues, a Dios con corazón sincero y llenos de fe por identidad, interiormente purificados de una conciencia de maldad y exteriormente lavados con agua pura.
La ley se entregó al pueblo bajo el sacerdocio de Leví, pero si la perfección fuese mediante el sacerdocio levítico, ¿qué necesidad había de que más adelante se levantase otro sacerdote según el orden de Melquisedec y no según el de Aarón?
pero el culto que ellos rinden en realidad es solo una copia, una sombra borrosa de lo que se hace en el cielo. Por eso Dios le advirtió a Moisés cuando iba a construir por completo el Tabernáculo: “Asegúrate de construir todo como el modelo que te mostré en la montaña”.
Pero ya vino Cristo, el Sumo Sacerdote de las bendiciones de salvación que nos han llegado ahora. Cristo no presta servicio en un tabernáculo imperfecto como en el que servían los otros sacerdotes, sino en un lugar grandioso y perfecto, no hecho por seres humanos ni es formado con elementos de este mundo;
Así que era necesario que las copias de las realidades celestiales fueran purificadas con esos sacrificios de animales, pero las realidades del cielo exigen mejores sacrificios, exigen un sacrificio perfecto.
Cristo se ofreció a sí mismo, pero no muchas veces como lo hacía el sumo sacerdote aquí en la tierra en la antigua alianza, que entraba al Lugar Santísimo una vez al año para ofrecer sangre ajena.