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Jeremías 32:33 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

33 Me han vuelto la espalda y no han querido volverse a mí. Día tras día, año tras año, les enseñaba a discernir entre el bien y el mal, pero no querían escuchar ni obedecer.

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Biblia Reina Valera 1960

33 Y me volvieron la cerviz, y no el rostro; y cuando los enseñaba desde temprano y sin cesar, no escucharon para recibir corrección.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

33 Mi pueblo me ha dado la espalda y no quiere regresar. A pesar de que les he enseñado con diligencia, no aceptaron la instrucción ni obedecieron.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

33 Me han dado la espalda en vez de la cara, y mientras yo trataba de instruirlos continuamente, nadie me puso atención para aprender la lección.

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La Biblia Textual 3a Edicion

33 Y me dieron la espalda y no la cara, y aunque les enseñaba madrugando y sin cesar, no escucharon ni escarmentaron.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

33 Pues me volvieron la espalda en vez de la cara, y aunque los escarmenté constantemente, sin cesar, no quisieron escuchar ni aprender la lección.

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Jeremías 32:33
17 Tagairtí Cros  

y nos hace un poco más sabios que los cuadrúpedos y las aves?”.


Esparciré a mi pueblo ante sus enemigos como el viento del este esparce el polvo. Y cuando estén atribulados les volveré la espalda y rehusaré poner atención a su desesperación.


y si no ponen atención a lo que les dicen mis servidores los profetas —pues una y otra vez los he enviado para prevenirlos, pero no han querido hacerles caso—,


El Señor de los ejércitos, el Dios de Israel, dice: Ve y di a Judá y a Jerusalén: ¿No van a aprender la lección de las familias de Recab, tomándolas como ejemplo?


Les he enviado profeta tras profeta a decirles que se vuelvan de sus malas conductas y dejen de rendir homenaje a otros dioses, y que si obedecían yo los dejaría vivir aquí en paz en la tierra que di a ustedes y a sus antepasados. Pero no quisieron oír ni obedecer.


Una y otra vez envié a mis siervos los profetas a protestar y a suplicarles que no cometieran este horrible acto que yo detesto,


Y ahora, dice el Señor, lo mismo haré aquí por todo este mal que ustedes han hecho. Una y otra vez les hablé de ello; con mucha insistencia les llamaba, pero no quisieron oír ni responder a mis advertencias. Por ello destruiré este templo como hice con Siló; este templo que lleva mi nombre, del que creen recibir garantía de seguridad, y este sitio que di a ustedes y a sus antepasados.


Pero no quisieron escuchar; siguieron haciendo lo que les daba la gana, siguiendo sus pensamientos tercos y malvados. Retrocedieron en vez de avanzar.


Diles: ¡Esta es la nación que se niega a obedecer al Señor Dios suyo y rehúsa recibir enseñanza; la que persevera practicando la maldad!


»”Por cuanto te has olvidado de mí y me has dado la espalda, deberás soportar las consecuencias de toda tu maldad”.


Luego me llevó al atrio interior del templo y allí junto a la puerta, entre el vestíbulo y el altar de bronce, había unos veinticinco hombres de espaldas al templo del Señor, mirando hacia el oriente, ¡rindiendo homenaje al sol!


Pero después, cuanto más lo llamaba a estar cerca de mí tanto más se rebelaba y era desobediente. Ofrecía homenajes a Baal y ofrecía perfumes delicados a los ídolos.


»Sus antepasados no atendieron este mensaje. Se mostraron soberbios, dieron la espalda y se taparon los oídos con los dedos para no oírme.


A la mañana siguiente regresó al templo. La gente se le acercó, y él se sentó a enseñarles.


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