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Ezequiel 10:5 - Biblia Martin Nieto

5 El rumor de las alas de los querubines llegaba hasta el atrio exterior, semejante a la voz del todopoderoso cuando habla.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Y el estruendo de las alas de los querubines se oía hasta el atrio de afuera, como la voz del Dios Omnipotente cuando habla.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 El sonido de las alas de los querubines sonaban como la voz del Dios Todopoderoso y podía oírse hasta en el atrio exterior.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 El ruido de las alas de los querubines se oía hasta en el patio exterior, pues era tan fuerte que parecía la voz del Dios Todopoderoso cuando habla.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Y el rumor de las alas de los querubines se oía hasta el atrio exterior, como la voz de ’El-Shadday° cuando habla.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 El rumor de las alas de los querubines llegaba hasta el atrio exterior; era como la voz de Sadday cuando habla.

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Ezequiel 10:5
19 Tagairtí Cros  

Todo esto era de piedras costosas, talladas a escuadra, cortadas con la sierra, por dentro y por fuera, desde los cimientos hasta las cornisas y desde fuera hasta el atrio grande.


Construyó el atrio de los sacerdotes, el gran atrio y sus puertas, que recubrió de bronce.


¿Tienes un brazo tú como el de Dios? ¿Puedes tronar con voz como la suya?


Reinos de la tierra, cantad para el Señor, alabad al Señor,


Te vieron las aguas, oh Dios, te vieron las aguas y temblaron, también se estremecieron los abismos;


Al tercer día, a eso del amanecer, hubo truenos y relámpagos, una espesa nube sobre la montaña y un sonido muy fuerte de trompeta; todo el pueblo, que estaba en el campamento, temblaba.


El sonido de la trompeta se iba haciendo cada vez más fuerte. Moisés hablaba, y Dios le respondía con el trueno.


Y oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?


Sentí el rumor de las alas mientras se movían; parecía el rumor de aguas ingentes, semejante a la voz del todopoderoso; un ruido tumultuoso como el de un ejército. Y cuando se pararon, replegaron sus alas.


El hombre vestido de lino, al recibir la orden de tomar fuego del carro de entre los querubines, fue y se paró junto a la rueda.


Me llevó después al atrio exterior. También allí había salas y un enlosado alrededor del atrio; treinta salas daban al enlosado.


Luego me llevó al atrio exterior y me hizo pasar junto a los cuatro ángulos del atrio. En cada uno de los ángulos del atrio había un patio,


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