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Ezequiel 10:2 - Biblia Martin Nieto

2 Y dijo al hombre vestido de lino: 'Métete por entre las ruedas, debajo del querubín, toma a manos llenas brasas ardientes de entre los querubines y espárcelas por la ciudad'. Y vi que entró.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Y habló al varón vestido de lino, y le dijo: Entra en medio de las ruedas debajo de los querubines, y llena tus manos de carbones encendidos de entre los querubines, y espárcelos sobre la ciudad. Y entró a vista mía.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Entonces el Señor le habló al hombre vestido de lino y le dijo: «Métete entre las ruedas que giran debajo de los querubines, toma un puñado de carbones encendidos y espárcelos sobre la ciudad». Así que el hombre lo hizo mientras yo observaba.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Desde allí dijo al hombre vestido de lino: 'Pasa por debajo de las ruedas y toma entre tus manos carbones que dispersarás por la ciudad. El hombre fue allá, y yo lo observaba;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Y Él habló al varón vestido de lino blanco, y le dijo: Entra en medio de las ruedas, por debajo de los querubines, y llena tus manos de ascuas de fuego de entre los querubines, y espárcelos sobre la ciudad. Y él entró delante de mi vista.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Y dijo al hombre vestido de lino: 'Métete entre las ruedas, por debajo de los querubines, llena el hueco de tus manos de carbones encendidos de entre los querubines y espárcelos por la ciudad'. Él se metió ante mis propios ojos.

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Ezequiel 10:2
19 Tagairtí Cros  

incendió el templo del Señor y el palacio real y prendió fuego a todas las casas y palacios de Jerusalén.


Los que me rodean alzan la cabeza; que los ahogue la malicia de sus labios,


Inclinó los cielos y bajó; una densa nube debajo de sus pies;


Harás dos querubines de oro, de oro batido, a los dos extremos del propiciatorio,


El Señor dejará oír su voz majestuosa y manifestará su brazo amenazador, en el ardor de su ira, en la llama de un fuego devorador, en una tempestad de lluvia y de granizo.


En medio de estos cuatro seres se veían como brazos incandescentes a modo de antorchas que se agitaban de acá para allá entre ellos. Resplandecía el fuego, y del fuego se desprendían fulgores.


Cuando se movían los querubines, se movían también a su lado las ruedas; y cuando los querubines alzaban sus alas para elevarse de la tierra, tampoco se apartaban las ruedas de su lado.


En aquel momento el hombre vestido de lino, que llevaba la cartera a la cintura, hizo su relación: 'He hecho conforme me mandaste'.


Yo seguía observando: se instalaron unos tronos, y un anciano se sentó. Sus vestiduras eran blancas como la nieve; como lana pura el cabello de su cabeza; su trono era de llamas, con ruedas de fuego ardiente.


Después el ángel tomó el incensario, lo llenó de fuego del altar y lo lanzó sobre la tierra. Entonces se produjeron truenos, relámpagos, voces y terremotos.


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