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1 Samuel 27:1 - Biblia Martin Nieto

1 David se dijo: 'Cualquier día voy a perecer a manos de Saúl; nada mejor para mí que refugiarme en el país de los filisteos. Así Saúl desistirá de perseguirme en el territorio de Israel y escaparé de su mano'.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Dijo luego David en su corazón: Al fin seré muerto algún día por la mano de Saúl; nada, por tanto, me será mejor que fugarme a la tierra de los filisteos, para que Saúl no se ocupe de mí, y no me ande buscando más por todo el territorio de Israel; y así escaparé de su mano.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Pero David seguía pensando: «Algún día Saúl me va a atrapar. Lo mejor que puedo hacer es escapar y vivir entre los filisteos. Entonces Saúl dejará de buscarme en el territorio israelita, y por fin estaré a salvo».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 David se dijo: 'Un día de estos Saúl me va a matar. Es mejor que me refugie entre los filisteos. Así dejará Saúl de buscarme en todo el territorio de Israel y yo me escaparé de sus manos'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Pero David dijo en su corazón: Algún día voy a perecer por la mano de Saúl. Nada me será mejor que escapar de inmediato a tierra de los filisteos; así Saúl desistirá de buscarme por todo el territorio de Israel, y escaparé de su mano.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Pero David se dijo en sus adentros: 'Algún día voy a perecer a manos de Saúl. Nada mejor para mí que escaparme a tierra de los filisteos, para que así Saúl desista de volver en mi busca por todo el territorio de Israel. Así me libraré de sus manos'.

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1 Samuel 27:1
29 Tagairtí Cros  

Jeroboán pensó: 'Ahora puede el reino volver a la casa de David.


Y, después de aconsejarse, hizo dos becerros de oro y dijo al pueblo: '¡Basta ya de subir a Jerusalén! Aquí tienes a tu dios, oh Israel, el que te sacó de Egipto'.


Elías tuvo miedo y se escapó para salvar su vida; llegó a Berseba de Judá y dejó allí a su criado.


Amasías, rey de Judá, después de aconsejarse, mandó a decir a Joás, hijo de Joacaz y nieto de Jehú, rey de Israel: 'Ven, que nos veamos las caras'.


En mi perturbación llegué a decir: 'Todos los hombres son unos mentirosos'.


Entonces me digo: ¡Quién me diera alas para volar como el águila en busca de un refugio!


¿No te decíamos en Egipto: No te preocupes de nosotros, pues queremos servir a los egipcios? Porque ¿no es, acaso, mejor servir a los egipcios que morir en el desierto?'.


La esperanza diferida hace enfermar el corazón, el deseo satisfecho es un árbol de vida.


Yo, yo soy tu consolador. ¿Quién eres tú para temer a un hombre mortal, a un hijo de Adán, condenado a la suerte del heno?


¿Por qué nos lleva el Señor a esa tierra a morir bajo la espada y entregar nuestras mujeres y nuestros hijos como botín de guerra? ¿No sería mejor volver a Egipto?'.


Jesús le tendió la mano, lo agarró y le dijo: 'Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?'.


Después les dijo: '¿Por qué sois tan miedosos? ¿Por qué no tenéis fe?'.


Cuando llegué a Macedonia tampoco pude estar tranquilo; encontré dificultades por todas partes; por fuera conflictos, por dentro temores.


El Señor dijo a Samuel: '¿Hasta cuándo vas a estar llorando por Saúl, siendo así que yo lo he rechazado como rey de Israel? Llena tu cuerno de aceite. Yo te envío a casa de Jesé, de Belén, porque me he elegido un rey entre sus hijos'.


Samuel tomó el cuerno del aceite y le ungió en presencia de sus hermanos. El espíritu del Señor se apoderó de David a partir de aquel día. Samuel se fue y volvió a Ramá.


David replicó: 'Tu padre sabe muy bien que yo soy tu amigo y se dice: Que no lo sepa Jonatán para que no se entristezca. Pero, por la vida del Señor y por tu vida, que estoy a un paso de la muerte'.


Pero el profeta Gad dijo a David: 'No te quedes en el refugio. Vete y entra en la tierra de Judá'. David partió y llegó al bosque de Járet.


le dijo: 'No tengas miedo, porque la mano de Saúl, mi padre, no te alcanzará. Tú reinarás sobre Israel, y yo seré tu segundo. Mi padre, Saúl, lo sabe muy bien'.


Cuando el Señor haya hecho a mi señor todo el bien que te ha prometido y te haya constituido soberano de Israel,


Y ahora, que el rey, mi señor, se digne escuchar las palabras de su siervo: Si es el Señor quien te excita contra mí, que sea aplacado con una ofrenda; pero si son los hombres, malditos sean del Señor, pues me echan hoy para que no participe en la herencia del Señor, diciendo: Vete a servir a dioses extraños.


Los jefes de los filisteos avanzaban a la cabeza de centurias y millares, y David y sus hombres avanzaban en la retaguardia con Aquís.


Los jefes de los filisteos preguntaron: '¿Por qué vienen estos hebreos?'. Aquís les respondió: 'Éste es David, servidor de Saúl, rey de Israel, que ha estado conmigo unos dos años, y no he encontrado nada que reprocharle desde el día en que vino a mí hasta hoy'.


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