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Levítico 14:7 - Nueva Biblia Española (1975)

7 Salpicará siete veces al que se está purificando de la afección, y lo declarará puro. El ave viva la soltará después en el campo.

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Biblia Reina Valera 1960

7 y rociará siete veces sobre el que se purifica de la lepra, y le declarará limpio; y soltará la avecilla viva en el campo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Luego el sacerdote rociará la sangre del ave muerta siete veces sobre la persona que está siendo purificada de la enfermedad cutánea. Después de purificar a la persona, el sacerdote soltará el ave viva en el campo abierto.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Rociará siete veces al que ha de ser purificado de la lepra, y tras declararlo puro, soltará en el campo el pájaro vivo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 y rociará siete veces sobre el que se purifica de la lepra y lo declarará limpio. Luego dejará ir a la avecilla viva sobre la faz del campo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 rociará siete veces al que ha de purificarse de la lepra, lo declarará puro y soltará el ave viva en pleno campo.

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Levítico 14:7
29 Tagairtí Cros  

Eliseo mandó uno a decirle: Ve a bañarte siete veces en el Jordán, y tu carne quedará limpia.


Entonces Naamán bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta, y su carne quedó limpia, como la de un niño.


Lava del todo mi delito, limpia mi pecado,


Purifícame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve.


así asombrará a muchos pueblos; ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito.


Los rociaré con un agua pura que los purificará, de todas sus inmundicias e idolatrías los he de purificar.


Setenta semanas están decretadas para tu pueblo y tu ciudad santa; para encerrar el delito, sellar el pecado, expiar el crimen, para traer una justicia perenne, para sellar la visión y al profeta y ungir el lugar santísimo.


el sacerdote lo examinará; si observa que la afección ha cubierto toda su carne, declarará puro al enfermo. Toda su piel se ha vuelto blanca: es puro.


El sacerdote lo examinará; si observa que la parte afectada se ha vuelto blanca, declarará puro al enfermo: es puro.


Después tomará la rama de cedro, el hisopo, la púrpura escarlata y el ave viva, y los mojará en la sangre del ave degollada sobre agua corriente, y salpicará la casa siete veces.


Después tomará sangre del novillo y salpicará con el dedo la placa, hacia oriente; después, frente a la placa salpicará siete veces la sangre con el dedo.


Salpicará la sangre con el dedo siete veces sobre el altar. Así lo santifica y lo purifica de las impurezas de los israelitas.


El macho cabrío se lleva consigo, a región baldía, todas las iniquidades de los israelitas. El encargado lo soltará en el desierto.


Mojando un dedo en la sangre y en presencia del Señor, salpicará con ella siete vetes en dirección a la cortina del santuario.


Mojando un dedo en la sangre y en presencia del Señor, salpicará con ella siete veces en dirección a la cortina del santuario.


Salpicó con el aceite siete veces sobre el altar y ungió el altar con todos sus utensilios, el barreño y su peana, para consagrarlos.


volverá a compadecerse, destruirá nuestras culpas, arrojará al fondo del mar todos nuestros pecados.


Se purificará con dicha agua al tercero y al séptimo día, y quedará puro; si no lo hace, no quedará puro.


sin embargo, uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza, y salió inmediatamente sangre y agua.


Acerquémonos, pues, con sinceridad y plenitud de fe, purificados en lo íntimo de toda conciencia de mal y lavados por fuera con un agua pura;


al mediador de una nueva alianza, Jesús, y a la sangre de la aspersión, que clama con más fuerza que la de Abel.


Si la sangre de cabras y toros y unas cenizas de becerra, cuando rocían a los impuros, los consagran confiriéndoles una pureza externa,


Cuando Moisés acabó de leer al pueblo todas las prescripciones contenidas en la Ley, tomó la sangre de los becerros y las cabras, además de agua, lana escarlata e hisopo, y roció primero el libro mismo y después al pueblo entero


Con la sangre roció además el tabernáculo y todos los utensilios litúrgicos.


si no habría tenido que sufrir muchas veces desde que se creó el mundo. De hecho, su manifestación ha tenido lugar una sola vez, al final de la historia, para abolir con su sacrificio el pecado.


a los elegidos por medio de la consagración con el Espíritu, conforme al proyecto de Dios Padre, para obedecer a Jesús Mesías y recibir la aspersión de su sangre. Les deseo gracia y paz creciente.


El que vino con agua y sangre fue él, Jesús el Mesías (no vino sólo con el agua, sino con el agua y la sangre), y el que lo atestigua es el Espíritu, porque el Espíritu es la verdad.


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