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Juan 11:35
17 Tagairtí Cros  

En seguida, conmovido por su hermano, le vinieron ganas de llorar, y entrando en la alcoba, lloró allí.


¿No lloré con el oprimido, no tuve compasión del pobre?


arroyos de lágrimas bajan de mis ojos por los que no cumplen tu voluntad.


Despreciado y evitado de la gente, un hombre hecho a sufrir, curtido en el dolor; al verlo se tapaban la cara; despreciado, lo tuvimos por nada;


El fue su salvador en el peligro: no fue un mensajero ni un enviado, él en persona los salvó, por su amor y su clemencia los rescató, y los liberó y los llevó siempre a cuestas en el pasado.


Y si no escuchan, lloraré a escondidas su soberbia, mis ojos se desharán en lágrimas, cuando se lleven el rebaño del Señor.


Diles esta palabra: Mis ojos se deshacen en lágrimas, día y noche, sin cesar, por la terrible desgracia de la capital de mi pueblo, por su herida incurable.


¡Quién diera agua a mi cabeza y a mis ojos una fuente de lágrimas, para llorar día y noche a los muertos de la capital!


Por eso estoy llorando, mis ojos se deshacen en agua; no tengo cerca quien me consuele, quien me reanime; mis hijos están consternados ante la victoria del enemigo.


Como la gente lo escuchaba, añadió una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y se pensaba que el reinado de Dios iba a manifestarse de un momento a otro:


Al acercarse y ver la ciudad, le dijo llorando:


Jesús entonces, al ver que lloraba ella y que lloraban los judíos que la acompañaban, se reprimió con una sacudida


y preguntó: ¿Dónde lo han puesto? Le contestaron: Ven a verlo, Señor.


Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno probado en todo igual que nosotros, excluido el pecado.


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