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Jeremías 4:26 - Nueva Biblia Española (1975)

26 miro: el vergel es un páramo, los poblados están arrasados: por el Señor, por el incendio de su ira.

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Biblia Reina Valera 1960

26 Miré, y he aquí el campo fértil era un desierto, y todas sus ciudades eran asoladas delante de Jehová, delante del ardor de su ira.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

26 Miré y los terrenos fértiles se habían convertido en desiertos; las ciudades estaban en ruinas, destruidas por la ira feroz del Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

26 Miré los campos floridos, pero estaban secos, y todas las ciudades habían sido destruidas por Yavé y por el ardor de su cólera.

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La Biblia Textual 3a Edicion

26 Miré, y he aquí la tierra fértil era un desierto, Y todas sus ciudades destruidas ante la presencia de YHVH, Y ante el ardor de su ira.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

26 Miré, y ¡ay! el vergel era un desierto, y todas sus ciudades estaban derruidas ante la presencia de Yahveh, ante su ira furibunda.

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Jeremías 4:26
15 Tagairtí Cros  

la tierra fértil en marismas, por la depravación de sus habitantes.


Tú eres terrible: ¿quién resiste frente a ti, al ímpetu de tu ira?


Sembraron trigo y cosecharon cardos, quedaron baldados en balde, ¡qué miseria de cosecha!, por la ira ardiente del Señor.


¿Hasta cuándo hará duelo la tierra y se agostará la hierba del campo? Por la maldad de sus habitantes se escapan el ganado y las aves del cielo, pues dicen: 'No ve nuestras andanzas'.


Toda esta tierra quedará desolada, y las naciones vecinas estarán sometidas al rey de Babilonia durante setenta años.


Haré cesar en los pueblos de Judá y en las calles de Jerusalén la voz alegre y la voz gozosa, la voz del novio y la voz de la novia, porque el país será un desierto.


Sobre los montes entonaré endechas, en los pastos de la estepa elegías: Están requemadas, nadie transita, no se oye mugir el ganado, aves del cielo y bestias se han escapado.


El Señor repudió su altar, desechó su santuario, entregó en manos enemigas los muros de sus palacios; y gritaban en el templo del Señor, como en día de fiesta.


Devastaré sus ciudades, asolaré sus santuarios, no me aplacarán sus aromas.


Pues por culpa de ustedes Sión será un campo arado, Jerusalén será una ruina, el monte del templo un cerro de breñas.


ni su plata ni su oro podrán librarlos, el día de la cólera del Señor, cuando el fuego de su celo consuma la tierra entera, cuando acabe atrozmente con todos los habitantes de la tierra.


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