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Jeremías 13:18 - Nueva Biblia Española (1975)

18 Di al rey y a la reina madre: Siéntense en el suelo, porque se les ha caído de la cabeza la corona real.

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Biblia Reina Valera 1960

18 Di al rey y a la reina: Humillaos, sentaos en tierra; porque la corona de vuestra gloria ha caído de vuestras cabezas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Diles al rey y a su madre: «Desciendan de sus tronos y siéntense en el polvo, porque sus coronas gloriosas pronto serán arrebatadas de su cabeza».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Di al Rey y a la Reina Madre: Siéntense en el suelo, porque ha caído de sus cabezas su corona gloriosa.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Di al rey y a la soberana: ¡Sentaos humillados! Porque la corona de vuestra gloria ha caído de vuestras cabezas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 Di al rey y a la reina madre: Sentaos más abajo, porque cayó de vuestra cabeza vuestra gloriosa corona.

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Jeremías 13:18
30 Tagairtí Cros  

Jeconías de Judá se rindió al rey de Babilonia, con su madre, sus ministros, generales y funcionarios. El rey de Babilonia los apresó el año octavo de su reinado.


Nabucodonosor deportó a Jeconías a Babilonia. Llevó deportados de Jerusalén a Babilonia a la madre del rey y a sus mujeres, sus funcionarios y grandes del reino,


En su angustia procuró aplacar al Señor, su Dios, y se humilló profundamente ante el Dios de sus padres y le suplicó.


Su oración y la acogida divina, su pecado y su rebeldía, los lugares donde levantó ermitas y erigió estelas e ídolos antes de su conversión están registrados en la historia de sus videntes.


Pero no se humilló ante el Señor, como había hecho su padre; al contrario, multiplicó sus culpas.


Moisés y Aarón se presentaron al Faraón y le dijeron: Esto dice el Señor, Dios de los hebreos: ¿Hasta cuándo te negarás a humillarte ante mí y a dejar marchar a mi pueblo para que me rinda culto?


turbantes birretas con adornos, y calzones de lino torzal.


porque la fortuna no dura siempre ni las riquezas de edad en edad.


pañuelos, cadenitas, cinturones, frascos de perfume, amuletos,


gemirán y harán luto tus puertas, asolada te sentarás en el suelo.


Baja, siéntate en el polvo, joven Babilonia; siéntate en tierra, sin trono, capital de los caldeos, que ya no te volverán a llamar blanda y refinada.


¡Por mi vida!, Jeconías, hijo de Joaquín, rey de Judá, aunque fueras el sello de mi mano derecha, te arrancaría


Te expulsaré a ti y a tu madre, que te dio a luz, a un país extraño, donde no nacieron, y allí morirán.


(Fue después de marcharse el rey Jeconías con la reina madre y los eunucos y dignatarios de Judá y Jerusalén y los artesanos y maestros de Jerusalén).


Cuando oyeron el contenido, se asustaron, y se decían unos a otros: Tenemos que comunicar todo esto al rey.


La ciudad de Sión ha perdido toda su hermosura; sus nobles como ciervos que no encuentran pasto, caminaban desfallecidos, empujados por la espalda.


Lleva su impureza en la falda, sin pensar en el futuro. ¡Qué caída tan terrible!: no hay quien la consuele. Mira, Señor, mi aflicción y el triunfo de mi enemigo.


Los ancianos de Sión se sientan en el suelo silenciosos, se echan polvo en la cabeza y se visten de sayal; las doncellas de Jerusalén humillan hasta el suelo la cabeza.


se nos ha caído la corona de la cabeza: ¡Ay de nosotros, que hemos pecado!


Te puse un anillo en la nariz, pendientes en las orejas y diadema de lujo en la cabeza.


esto dice el Señor: ¡Fuera el turbante, quítate la corona! Esto ya no es esto: lo alto es bajo, lo bajo es alto;


laméntate en silencio como un muerto, sin hacer duelo; líate el turbante y cálzate las sandalias; no te emboces la cara ni comas el pan del duelo.


seguirán con el turbante en la cabeza y las sandalias en los pies, no llorarán ni harán duelo; se consumirán por su culpa y se lamentarán unos con otros.


Irán tocados con turbantes de lino, llevarán calzones de lino, pero no se ceñirán, para no sudar.


Pero se ensoberbeció y creció su arrogancia; entonces lo derribaron del trono real y lo despojaron de su dignidad.


Cuando el mensaje llegó al rey de Nínive, se levantó del trono, se quitó el manto, se vistió de sayal, se sentó en el polvo


o sea, que cualquiera que se haga tan poca cosa como el niño éste, ése es el más grande en el reino de Dios.


Humíllense ante el Señor y El los levantará.


Por eso háganse humildes, para estar bajo la mano poderosa de Dios, que él a su tiempo los levantará;


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