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Jeremías 10:25 - Nueva Biblia Española (1975)

25 descarga tu ira sobre las naciones que no te reconocen, sobre las tribus que no invocan tu nombre, porque han devorado y consumido a Jacob y han asolado sus pastos.

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Biblia Reina Valera 1960

25 Derrama tu enojo sobre los pueblos que no te conocen, y sobre las naciones que no invocan tu nombre; porque se comieron a Jacob, lo devoraron, le han consumido, y han asolado su morada.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

25 Derrama tu ira sobre las naciones que se niegan a reconocerte, sobre los pueblos que no invocan tu nombre. Pues han devorado a tu pueblo Israel; lo han devorado y consumido y han hecho de la tierra un desierto desolado.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

25 Derrama tu enojo sobre las naciones que no te conocen, sobre los pueblos que no han invocado tu Nombre. Mira cómo están devorando a Jacob y se lo comen hasta terminarlo. Ya le han arruinado su casa.

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La Biblia Textual 3a Edicion

25 Derrama tu ira sobre los pueblos que no te conocen, Sobre las naciones que no invocan tu Nombre, Porque han devorado a Jacob, Sí, lo han devorado y consumido, Y han asolado su morada.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

25 Derrama tu furor sobre los pueblos que no te reconocen, y sobre las naciones que no invocan tu nombre; pues han devorado a Jacob, lo han devorado y consumido, han devastado su morada.

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Jeremías 10:25
28 Tagairtí Cros  

'¡Tal es la morada del malvado, el lugar del que no reconoce a Dios!'.


Pero ¿no aprenderán los malhechores que devoran a mi pueblo como pan y no invocan al Señor?


con ninguna nación obró así ni les dio a conocer sus mandatos. ¡Aleluya!


Cuando me asaltan los malhechores para devorarme, mis enemigos y adversarios tropiezan y caen.


Descarga sobre ellos tu furor, que los alcance el incendio de tu ira;


Pero tú no me invocabas, Jacob; ni te esforzabas por mí, Israel;


Nadie invocaba tu nombre ni se esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas en poder de nuestra culpa.


Pero el pueblo no se ha vuelto al que lo hería, no ha buscado al Señor de los ejércitos.


Palabras que el Señor dirigió a Jeremías:


Los que te devoran serán devorados, todos tus enemigos irán al destierro, los que te saquean serán saqueados. los que te despojan serán despojados.


Israel era una oveja descarriada, acosada de leones: primero la devoró el rey de Asiria, últimamente la despedazó Nabucodonosor, rey de Babilonia.


los que los encontraban se los comían, sus rivales decían: 'No somos culpables, pues han pecado contra el Señor, su Pastada legítima, la Esperanza' de sus padres'.


Desde Dan se escucha el resoplar de los caballos, cuando relinchan los corceles, retiembla la tierra, llegan y devoran el país y a sus habitantes, la ciudad con sus vecinos.


Convocaste, como para una fiesta, terrores que me cercan: el día de tu ira nadie pudo salvarse ni escapar. A los que yo crié y alimenté los aniquiló el enemigo'.


a los que apostatan del Señor, a los que no lo buscan ni lo consultan.


Pues esperen -oráculo del Señor- a que yo me levante a acusar, porque yo suelo reunir a los pueblos, juntar a los reyes, para derramar sobre ellos mi furor, el incendio de mi ira; en el fuego de mi celo se consumirá la tierra entera.


y siento gran cólera contra las naciones confiadas que se aprovechan de mi breve cólera para colaborar al mal.


Padre justo, aunque el mundo no te ha reconocido, yo, en cambio, te he reconocido, y éstos han reconocido que tú me enviaste.


Porque paseándome por ahí y fijándome en sus monumentos sagrados, encontré incluso un altar con esta inscripción: 'Al dios desconocido'. Pues eso que veneran sin conocerlo, se lo anuncio yo:


Sacúdanse la flojera, como es razón, y dejen de pecar. Ignorancia de Dios es lo que algunos tienen; se lo digo para su vergüenza.


sin dejarse arrastrar por la pasión, como los paganos que no conocen a Dios.


en medio de un fuego llameante, para hacer justicia contra los que se niegan a reconocer a Dios y a responder al evangelio de nuestro Señor Jesús;


Oí una voz potente que salía del santuario y decía a los siete ángeles: 'Vayan a derramar en la tierra las siete copas del furor de Dios'.


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