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Génesis 40:11 - Nueva Biblia Española (1975)

11 Yo tenía en una mano la copa del Faraón. Estrujé los racimos, los aplasté en la copa y puse la copa en la mano del Faraón.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Y que la copa de Faraón estaba en mi mano, y tomaba yo las uvas y las exprimía en la copa de Faraón, y daba yo la copa en mano de Faraón.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Yo tenía la copa del faraón en mi mano, entonces tomé un racimo de uvas y exprimí el jugo en la copa. Después puse la copa en la mano del faraón.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Yo tenía en la mano la copa de Faraón, y tomando aquellas uvas las exprimía en la copa de Faraón, y ponía la copa en sus manos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Y estaba la copa de Faraón en mi mano, tomé las uvas y las exprimí en la copa de Faraón, y puse la copa en mano de Faraón.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Yo sostenía en mi mano la copa del Faraón. Yo iba tomando las uvas y exprimiéndolas en ella. Luego ponía la copa en mano del Faraón'.

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Génesis 40:11
11 Tagairtí Cros  

Pasado cierto tiempo, el copero y el panadero del rey de Egipto ofendieron a su amo.


la vid tenía tres ramas, echó brotes y flores y maduraron las uvas en racimos.


José le dijo: Esta es la interpretación: las tres ramas son tres días.


al Copero Mayor lo restableció en su cargo de copero, para que pusiera la copa en la mano del Faraón;


Ata su burro a una viña, las crías a un majuelo; lava su ropa en vino y su túnica en sangre de uvas.


los manjares de su mesa, toda la corte sentada a la mesa, los camareros con sus uniformes sirviendo, las bebidas, los holocaustos que ofrecía en el templo del Señor, se quedó asombrada,


Cuando la reina de Sabá vio la sabiduría de Salomón, la casa que había construido,


Señor, mantén tus oídos atentos a la oración de tu siervo y a la oración de tus siervos que están dispuestos a respetarte. Haz que tu siervo acierte y logre conmover a ese hombre. Yo era copero del rey,


y tus graneros se colmarán de grano, tus lagares rebosarán de mosto.


Cuando tengan que entrar en la tienda del encuentro, tú o tus hijos, no beban vino ni licor, y no morirán. Es ley perpetua para sus generaciones.


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