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Gálatas 2:9 - Nueva Biblia Española (1975)

9 y reconociendo el don que he recibido, Santiago, Pedro y Juan, los respetados como pilares, nos dieron la mano a mí y a Bernabé en señal de solidaridad, de acuerdo en que nosotros nos dedicáramos a los paganos y ellos a los judíos.

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Biblia Reina Valera 1960

9 y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 De hecho, Santiago, Pedro y Juan —quienes eran considerados pilares de la iglesia— reconocieron el don que Dios me había dado y nos aceptaron a Bernabé y a mí como sus colegas. Nos animaron a seguir predicando a los gentiles mientras ellos continuaban su tarea con los judíos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Santiago, Cefas y Juan reconocieron la gracia que Dios me ha concedido. Estos hombres, que son considerados pilares de la Iglesia, nos estrecharon la mano a mí y a Bernabé en señal de comunión: nosotros nos dirigiríamos a los paganos y ellos a los judíos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo y Cefas y Juan, quienes parecían ser las columnas, nos dieron la diestra a mí y a Bernabé en señal de compañerismo, para que nosotros fuéramos a los gentiles, y ellos a la circuncisión.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 y reconociendo la gracia que se me había dado, Santiago y Cefas y Juan, los considerados como columnas, nos dieron la mano en señal de comunión a mí y a Bernabé, para que nosotros fuéramos a los gentiles, y ellos a los circuncisos.

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Gálatas 2:9
32 Tagairtí Cros  

Marchó de allí y encontró a Jonadab, hijo de Recab, que salió a su encuentro. Le saludó y le dijo: ¿Estás lealmente de mi parte como yo lo estoy contigo? Jonadab contestó: Sí. Jehú replicó: Entonces, dame la mano. Le dio la mano, y Jehú lo hizo subir con él a su carro,


Ahora te digo yo: Tú eres Piedra, y sobre esta roca voy a edificar la Iglesia mía


Entonces envió a Pedro y a Juan diciéndoles: Vayan a prepararnos la cena de Pascua.


Y se lo llevó a Jesús. Jesús, fijando la vista en él, le dijo: Tú eres Simón, el hijo de Juan, a ti te llamarán Cefas (que significa 'Piedra').


Con la mano les hizo señas de que se callaran, les contó cómo el Señor lo había sacado de la cárcel y concluyó: Avísenselo a Santiago y a los hermanos. A continuación salió y se fue a otro lugar.


Cuando terminaron de hablar, Santiago tomó la palabra: Escúchenme, hermanos:


pero, como la discusión se calentaba, se levantó Pedro y les dijo: Hermanos, desde los primeros días, como saben, Dios me escogió entre ustedes para que los paganos oyeran de mi boca el mensaje del evangelio y creyeran.


José, a quien los apóstoles llamaron Bernabé (es decir, Consolado), que era clérigo judío y natural de Chipre,


A través/ de él hemos recibido el don de ser apóstol, para que en todos los pueblos haya una respuesta de fe en honor de su nombre.


Además, en virtud del don que he recibido, aviso a cada uno de ustedes, sea quien sea, que no se tenga en más de lo que hay que tenerse, sino que se tenga en lo que debe tenerse, según la medida de fe que Dios haya repartido a cada uno.


A pesar de eso, les he escrito para refrescarles la memoria, a veces con bastante atrevimiento. Me da pie el don recibido de Dios,


Sin embargo, por favor de Dios soy lo que soy y ese favor suyo no ha sido en vano; al contrario: he rendido más que todos ellos, no yo, es verdad, sino el favor de Dios que me acompaña.


Pues bajo ningún concepto me tengo yo en míenos que esos superapóstoles.


He sido un insensato, ustedes me obligaron. Hablar en favor mío debería ser cosa suya, pues, aunque yo no sea nadie, en nada soy menos que esos superapóstoles.


espontáneamente me pidieron con mucha insistencia el favor de poder contribuir en la prestación a los consagrados.


revelarme a su Hijo para que yo lo anunciara a los paganos, no consulté con nadie de carne y hueso


Después, tres años más tarde, subí a Jerusalén para conocer a Pedro y me quedé quince días con él.


Después, a los catorce años, subí de nuevo a Jerusalén en compañía de Bernabé, llevándome también a Tito.


Subí por una revelación y les expuse la buena noticia que anuncio a los paganos, pero en particular, a 'los respetados', para evitar que mis esfuerzos de ahora o de entonces resulten inútiles.


Por supuesto, si alguno se figura ser algo, cuando no es nada, él mismo se engaña.


pues fueron ustedes edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, con el Mesías Jesús como piedra angular.


A mí, el más insignificante de todos los consagrados, me concedieron este don: anunciar a los paganos la inimaginable riqueza del Mesías


con esta intención peno y lucho, sostenido por esa fuerza suya que despliega en mi su eficacia.


quiero que sepas cómo hay que conducirse en la casa de Dios, es decir, en la asamblea de Dios vivo, columna y base de la verdad.


eso que vimos y oímos se lo anunciamos ahora para que sean ustedes solidarios con nosotros; pero, además, esta solidaridad nuestra lo es con el Padre y con su Hijo Jesús, el Mesías.


Al que salga vencedor lo haré columna del santuario de mi Dios y ya no saldrá nunca de él; grabaré en él el nombre de mi Dios, el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén que baja del cielo de junto a mi Dios y mi nombre nuevo.


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