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Ester 4:3 - Nueva Biblia Española (1975)

3 De provincia en provincia, según se iba publicando el decreto real, todo era un gran duelo» ayuno, llanto y luto para los judíos; muchos se acostaron sobre saco y ceniza.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Y en cada provincia y lugar donde el mandamiento del rey y su decreto llegaba, tenían los judíos gran luto, ayuno, lloro y lamentación; cilicio y ceniza era la cama de muchos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 A medida que la noticia del decreto real llegaba a todas las provincias, había más duelo entre los judíos. Ayunaban, lloraban y se lamentaban, y muchos se vestían con tela áspera y se acostaban sobre ceniza.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 En las provincias, a medida que fueron llegando la orden y el decreto, sólo se vio entre los judíos duelo, ayuno, lágrimas y lamentaciones; muchos se acostaron en la ceniza cubiertos de saco.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Y en cada una de las provincias, dondequiera llegaba la orden del rey y su edicto, hubo gran duelo entre los judíos: ayuno y llanto y lamentaciones, y el saco y la ceniza llegaron a ser cama para muchos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 En cada una de las provincias, allí donde llegaban la orden y el decreto del rey, había entre los judíos gran duelo y ayuno y llanto y lamentaciones; y muchos se acostaban sobre sayal y ceniza.

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Ester 4:3
20 Tagairtí Cros  

Era en tiempo del rey Asuero, aquel Asuero cuyo Imperio abarcaba ciento veintisiete provincias, desde la India hasta Etiopía.


Los notarios del reino fueron convocados para el día trece del mes primero. Y tal como .ordenó Aman, redactaron un documento destinado a los sátrapas reales, a los gobernadores de cada una de las provincias y a los jefes de cada pueblo, a cada provincia en su escritura y a cada pueblo en su lengua. Estaba escrito en nombre del rey Asuero y sellado con el sello real.


Vete a reunir a todos los judíos que viven en Susa; ayunen por mí. No coman ni beban durante tres días con sus noches. Yo y mis esclavas haremos lo mismo, y al acabar me presentaré ante el rey, incluso contra su orden. Si hay que morir, moriré.


Y llegó hasta la puerta del palacio real, que no podía franquearse, llevando un sayal.


Las esclavas y los eunucos de Ester fueron a decírselo, y la reina quedó consternada; mandó ropa a Mardoqueo para que se vistiera y se quitara el sayal, pero Mardoqueo no la aceptó.


y ratificando la celebración de esos días de 'purim' tal como les habían ordenado el judío Mardoqueo y la reina Ester, y tal como se habían comprometido ellos mismos y sus descendientes, con algunas cláusulas sobre ayunos y lamentaciones.


Job tomó una tejuela para rasparse con ella, sentado en medio de la ceniza.


El Señor de los ejércitos los invitaba aquel día a llanto y a luto, a raparse la cabeza y a ceñir sayal;


Por eso digo: Dejen de mirarme y lloraré amargamente, no porfíen en consolarme de la derrota de mi pueblo.


¿Es ése el ayuno que el Señor desea, el día en que el hombre se mortifica? Mover la cabeza como un junco, acostarse sobre estera y ceniza, ¿a eso lo llaman ayuno, día agradable al Señor?


Se escucharán sus gritos, gimiendo amargamente por ti; se echarán ceniza en la cabeza, se revolcarán en el polvo.


Después me dirigí al Señor Dios implorándole con oraciones y súplicas, con ayuno, sayal y ceniza.


Cuando el mensaje llegó al rey de Nínive, se levantó del trono, se quitó el manto, se vistió de sayal, se sentó en el polvo


y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes.


Entonces el rey dijo a los servidores: Átenlo de pies y manos y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.


Y a ese empleado inútil échenlo afuera, a las tinieblas: allí será el llanto y el rechinar de dientes.


Josué se rasgó el manto, cayó rostro en tierra ante el arca del Señor y estuvo así hasta el atardecer, junto con los concejales de Israel, echándose polvo a la cabeza.


Los mensajeros llegaron a Loma de Saúl, comunicaron la noticia al pueblo, y todos se echaron a llorar a gritos.


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