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Apocalipsis 8:3 - Nueva Biblia Española (1975)

3 Llegó otro ángel llevando un incensario de oro y se detuvo junto al altar; le entregaron gran cantidad de aromas para que los mezclara con las oraciones de todos los consagrados sobre el altar de oro situado ante el trono.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Entonces vino otro ángel con un recipiente de oro para quemar incienso y se paró ante el altar. Se le dio una gran cantidad de incienso para mezclarlo con las oraciones del pueblo de Dios como una ofrenda sobre el altar de oro delante del trono.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Otro ángel vino y se paró delante del altar de los perfumes con un incensario de oro. Se le dieron muchos perfumes: las oraciones de todos los santos que iba a ofrecer en el altar de oro colocado delante del trono.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Y llegó otro ángel, y se puso en pie junto° al altar° teniendo un incensario de oro, y le fue dado mucho incienso para que lo añadiera° a las oraciones de todos los santos, en el altar de oro delante del trono.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Vino otro ángel y se puso en pie, junto al altar, con un incensario de oro. Se le dio gran cantidad de incienso para que lo ofreciese, junto con las oraciones de todo el pueblo santo, sobre el altar de oro que está delante del trono.

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Apocalipsis 8:3
32 Tagairtí Cros  

las palanganas, cuchillos, aspersorios, bandejas, incensarios de oro puro, los quicios de oro para las puertas del camarín y de la nave.


aquí está mi oración, como incienso en tu presencia, mis manos levantadas, como ofrenda de la tarde.


Puso el altar de oro en la tienda del encuentro, frente a la cortina,


Y voló hacia mí uno de los serafines con un ascua en la mano, que había tomado del altar con unas tenazas;


altar de madera: medía metro y medio de alto por uno de largo y uno de ancho; tenía ángulos salientes; su base y sus paredes eran de madera. Me dijo: 'Esta es la mesa que está en presencia del Señor'.


Vi al Señor en pie junto al altar, que decía: Golpea los capiteles y trepidarán los umbrales: Arrancaré a todos los capitanes y daré muerte a espada a su séquito; no escapará ni un fugitivo, no se salvará ni un evadido.


De levante a poniente es grande mi fama en las naciones, y en todo lugar me ofrecen sacrificios y ofrendas puras; porque mi fama es grande en las naciones -dice el Señor de los ejércitos-.


Sobre el altar de los sacrificios extenderán un paño violeta, lo cubrirán con una funda de piel de marsopa y meterán los varales.


una bandeja de oro de cien gramos llena de incienso;


la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso.


Y ¿a quién tocará condenarlos? Al Mesías Jesús, el que murió, o, mejor dicho, resucitó, el mismo que está a la derecha de Dios, el mismo que intercede en favor nuestro.


De ahí que puede también salvar hasta el final a los que por su medio se van acercando a Dios, pues está siempre vivo para interceder por ellos.


había allí un altar de oro para el incienso y el arca de la alianza toda recubierta de oro; en ésta se guardaban una urna de oro con el maná, la vara florecida de Aarón y las tablas de la alianza.


Vi entonces otro ángel vigoroso que bajaba del cielo envuelto en una nube; el arco iris aureolaba su cabeza, su rostro parecía el sol y sus piernas columnas de fuego.


Del altar salió otro, el ángel que tiene poder sobre el fuego, y dio una gran voz al de la hoz afilada diciendo: 'Arrima tu hoz afilada y corta los racimos de la viña de la tierra, que las uvas están en sazón'.


Cuando él recibió el rollo, los cuatro vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero; tenía cada uno una cítara y copas de oro, que son las oraciones de los consagrados, llenos de aromas;


Cuando soltó el quinto sello, vi al pie del altar, con vida', a los asesinados por proclamar la palabra de Dios y por el testimonio que mantenían;


Vi después otro ángel que subía del Oriente llevando el sello de Dios vivo. Con un grito potente dijo a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar:


De la mano del ángel subió ante Dios el humo de los aromas mezclado con las oraciones de los consagrados.


El ángel tomó entonces el incensario, lo llenó de ascuas del altar y lo arrojó a la tierra: hubo truenos, estampidos, relámpagos y un terremoto.


Al tocar su trompeta el sexto ángel oí una voz que salía de los ángulos del altar de oro que está delante de Dios.


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