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1 Pedro 1:1 - Nueva Biblia Española (1975)

1 Pedro, apóstol de Jesús Mesías, a los emigrantes dispersos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia:

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Biblia Reina Valera 1960

1 Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Yo, Pedro, apóstol de Jesucristo, escribo esta carta a los elegidos por Dios que viven como extranjeros en las provincias de Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Pedro, apóstol de Cristo Jesús, a los (judíos) que viven fuera de su patria, dispersos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia,

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Pedro, un apóstol° de Jesús el Mesías, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Pedro, apóstol de Jesucristo, a los elegidos que viven como peregrinos en la diáspora, en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos,

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1 Pedro 1:1
34 Tagairtí Cros  

Aman dijo al rey Asuero: Hay una raza aislada, diseminada entre todas las razas de las provincias de tu Imperio. Tienen leyes diferentes de los demás y no cumplen los decretos reales. Al rey no le conviene tolerarlos.


nos entregas como ovejas a la matanza, y nos has dispersado por las naciones.


Dejaré que algunos escapen de la espada a otras naciones, y cuando se dispersen por sus territorios,


Los aventaré en medio de los pueblos y los perseguiré con la espada desenvainada. Sus campos serán desolación y sus ciudades ruinas.


Los nombres de los doce apóstoles son éstos: primero Simón, al que llaman Pedro, y su hermano Andrés; Santiago Zebedeo y su hermano Juan;


Si no se acortaran aquellos días, nadie escaparía con vida; pero por amor a los elegidos se acortarán.


Paseando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, que estaban echando una red en el lago, pues eran pescadores.


pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos si ellos le gritan día y noche?, o ¿les hará esperar?


y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios dispersos.


Comentaron entre ellos los dirigentes judíos: ¿Adonde querrá irse éste, para que nosotros no podamos encontrarlo? ¿Querrá irse con los emigrados en países griegos para enseñar a los griegos?


Allí encontró a un tal Aquila, judío natural del Ponto, y a su mujer, Priscila; habían llegado hacía poco de Italia, porque Claudio había decretado que todos los judíos abandonaran Roma.


Pasado algún tiempo, emprendió otro viaje y fue recorriendo por etapas la región de Galacia y Frigia confortando a todos los discípulos.


Esto duró dos años, y así todos los habitantes de la provincia de Asia, lo mismo judíos que griegos, pudieron escuchar el mensaje del Señor.


Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, naturales de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban,


Al ir de un lugar para otro, los dispersos iban anunciando el mensaje.


Les mandan recuerdos las comunidades de Asia. Un caluroso saludo cristiano de parte de Aquila, Prisca y la comunidad que se reúne en su casa.


Porque no queremos que ignoren, hermanos, las dificultades que pasé en Asia. Me vi oprimido tan por encima de mis fuerzas, que perdí toda esperanza de vivir.


Yo y todos los hermanos que están conmigo, a las comunidades de Galacia:


recuerden que no tenían un Mesías, que estaban excluidos de la ciudadanía de Israel y eran ajenos a las alianzas, sin esperanza en la promesa ni Dios en el mundo.


Por tanto, ya no son extranjeros ni advenedizos sino conciudadanos de los consagrados y familia de Dios,


y el Señor te dispersará entre todos los pueblos, de un extremo a otro de la tierra, y allí darás culto a dioses extranjeros, desconocidos de ti y de tus padres, piedra y leño;


Yo pensaba: 'Voy a dispersarlos y a borrar su memoria entre los hombres'.


El Señor los dispersará por las naciones, y quedarán unos pocos en los pueblos adonde los deportará el Señor.


Ya sabes que todos los de Asia me han vuelto la espalda, entre otros Figelo y Hermogenes.


Con fe murieron todos éstos, sin recibir lo prometido, nada más viéndolo y saludándolo de lejos y confesando ser extranjeros y peregrinos en la tierra.


Santiago, servidor de Dios y del Señor, Jesús el Mesías, saluda a las doce tribus de la emigración.


Amigos míos, como forasteros y emigrantes que son, les recomiendo que se mantengan a distancia de esos bajos deseos que nos hacen la guerra;


Simón Pedro, servidor y apóstol de Jesús el Mesías, a los que han obtenido una fe tan inapreciable como la nuestra gracias a la justicia de nuestro Dios y de Jesús, el Mesías salvador.


Lo que vas a ver, escríbelo en un libro y mándalo a estas siete iglesias: Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea'.


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