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1 Corintios 12:3 - Nueva Biblia Española (1975)

3 Por eso les advierto que nadie puede decir: '¡Afuera Jesús!', si habla impulsado por el Espíritu de Dios; ni nadie puede decir: '¡Jesús es Señor!', si no es impulsado por el Espíritu Santo.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Por lo tanto, quiero que sepan que nadie que habla por el Espíritu de Dios maldice a Jesús, y nadie puede decir que Jesús es el Señor excepto por el Espíritu Santo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Ahora les digo que ninguno puede gritar: '¡Maldito sea Jesús!' si el espíritu es de Dios; y nadie puede decir: '¡Jesús es el Señor!', sino con un espíritu santo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Por lo cual, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios, llama a Jesús anatema, y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Por eso os hago saber que nadie que habla en Espíritu de Dios, dice: '¡Maldito sea Jesús!'. Y nadie puede decir: 'Jesús es Señor', sino en el Espíritu Santo.

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1 Corintios 12:3
19 Tagairtí Cros  

Así pague el Señor a los que me acusan, a los que me calumnian.


El replicó: Pues entonces, ¿cómo es que David le da el título de Señor, cuando dice inspirado:


Jesús respondió: No se lo impidan, porque nadie que haga un milagro usando mi nombre puede a continuación hablar mal de mí.


Ustedes me llaman Maestro y Señor, y con razón, porque lo soy.


Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros.


Cuando, llegue el valedor que yo voy a mandarles de parte del Padre, el Espíritu veraz que procede del Padre, él dará testimonio en mi favor.


Mira, ahí hay agua, ¿qué impide que yo me bautice?.


Porque si tus labios profesan que Jesús es Señor y crees de corazón que Dios lo resucitó de la muerte, te salvarás.


pues, por el bien de mis hermanos, los de mi raza y sangre, quisiera ser yo mismo un proscrito lejos del Mesías.


El que no quiera al Señor, fuera con él. Ven, Señor.


para nosotros no hay más que un Dios, el Padre, de quien procede el universo y a quien estamos destinados nosotros, y un solo Señor, Jesús Mesías, por quien existe el universo y por quien existimos nosotros.


Porque si el primero que se presenta predica un Jesús diferente del que yo prediqué, o reciben ustedes un espíritu diferente del que recibieron y un evangelio diferente del que aceptaron, lo aguantan tan tranquilos.


No es que de por sí uno tenga aptitudes para poder apuntarse algo como propio. La aptitud nos la hadado Dios.


El Mesías nos rescató de la maldición de la Ley, haciéndose por nosotros un maldito, pues dice la Escritura: 'Maldito todo el que cuelga de un palo';


su cadáver no quedará en el árbol de noche; lo enterrarás aquel mismo día, porque Dios maldice al que cuelga de un árbol, y no debes contaminar la tierra que el Señor, tu Dios, va a darte en heredad.


Un domingo me arrebató el Espíritu y oí a mis espaldas una voz vibrante como una trompeta, que decía:


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