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Proverbios 18:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Con la maldad, viene el desprecio, y con la vergüenza llega el oprobio.

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Biblia Reina Valera 1960

Cuando viene el impío, viene también el menosprecio, Y con el deshonrador la afrenta.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Hacer el mal resulta en la vergüenza, y la conducta escandalosa trae desprecio.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

La maldad atrae el desprecio, un comportamiento vergonzoso atrae las críticas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

A la desgracia sobreviene el desprecio, Y a la deshonra, la afrenta.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Cuando llega la maldad, llega el desprecio; a la torpeza va unida la vergüenza.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Cuando viene el impío, viene también el menosprecio, y con la deshonra, viene la afrenta.

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Proverbios 18:3
14 Tagairtí Cros  

Entonces yo oré: «Oye, Dios nuestro, cómo se burlan de nosotros. Haz que sus burlas caigan sobre sus propias cabezas, y que sean llevados cautivos a tierra extraña.


Sus insultos me han quebrantado el corazón; y estoy desesperado. ¡Si por lo menos uno mostrara piedad! ¡Si uno por lo menos me consolara!


Mi celo por tu casa arde como un fuego dentro de mí, tus enemigos me injurian como te injurian a ti.


El orgullo te lleva hacia la deshonra; la humildad, hacia la sabiduría.


El hombre justo detesta la mentira, pero el malvado trae deshonra y vergüenza.


Al necio no le interesa entender; todo lo que quiere es dar su propia opinión.


Las palabras del hombre son aguas profundas; las palabras de sabiduría son como un arroyo refrescante.


Echa fuera al insolente, y se acabarán los pleitos, la discordia y los insultos.


Cuando el malvado tiene el poder, el pecado aumenta, pero los justos vivirán para ver su caída.


Dichosos ustedes si los insultan por causa de Cristo, porque el glorioso Espíritu de Dios está siempre con ustedes.


A ellos les parece extraño que ustedes ya no se junten con ellos para andar en las mismas inmoralidades y por eso los insultan.


Saúl se encendió de ira. ―¡Hijo de la perdida! —le gritó—. ¿Piensas que no sé que tú quieres que ese hijo de nadie sea rey en tu lugar para vergüenza tuya y de tu madre?