No teman a los que pueden matar el cuerpo pero no pueden tocar el alma. Sólo teman a Dios, que es el único que puede destruir alma y cuerpo en el infierno.
Mateo 26:74 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Por respuesta, Pedro se puso a maldecir y a jurar que no lo conocía. Pero mientras hablaba, el gallo cantó Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo. Biblia Nueva Traducción Viviente Pedro juró: —¡Que me caiga una maldición si les miento! ¡No conozco al hombre! Inmediatamente, el gallo cantó. Biblia Católica (Latinoamericana) Entonces Pedro empezó a proferir maldiciones y a afirmar con juramento que no conocía a aquel hombre. Y en aquelmismo momento cantó un gallo. La Biblia Textual 3a Edicion Entonces comenzó a maldecir° y a jurar: ¡No conozco a tal hombre! Y enseguida cantó un gallo. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar: '¡Que no conozco a ese hombre!'. Y en aquel momento cantó un gallo. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Entonces comenzó a maldecir, y a jurar, diciendo: No conozco al hombre. Y enseguida cantó el gallo. |
No teman a los que pueden matar el cuerpo pero no pueden tocar el alma. Sólo teman a Dios, que es el único que puede destruir alma y cuerpo en el infierno.
―Pedro —le respondió Jesús—, te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.
Pero al poco rato se le acercaron los que por allí andaban y le dijeron: ―No puedes negar que eres uno de los discípulos de ese hombre. ¡Hasta tu manera de hablar te delata!
y le hizo recordar las palabras de Jesús: «Antes que el gallo cante, me negarás tres veces». Y corrió afuera a llorar amargamente.
Y la turba le respondió: ―¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!
Jesús le contestó: ―Te aseguro, Pedro, que hoy, esta misma noche, antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces.
Pero él lo negó diciendo: ―No lo conozco. Ni siquiera sé de que estás hablando. Salió y se puso fuera, a la entrada. Y el gallo cantó.
Pedro respondió: ―¡Hombre, no sé de qué hablas! Y mientras aun estaba hablando, el gallo cantó.
Estaría dispuesto a condenarme eternamente lejos de Cristo, si con ello mis hermanos, los de mi propia raza, se salvaran.
Si alguien no ama al Señor, que Dios lo maldiga. ¡Ven, Señor nuestro!
Como yo disciplino y castigo a los que amo, tendré que castigarte si no abandonas esa indiferencia y te arrepientes.
Un día le dijo a su madre: ―Aquellas mil cien monedas de plata que te habían robado, y por las cuales echaste una maldición contra el ladrón delante de mí, yo las robé. ―Dios te bendiga por confesarlo —respondió su madre—,
Pero no podemos darles nuestras hijas, hemos jurado con voto solemne que cualquiera que lo haga será maldito de parte de Dios».