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Lucas 7:2 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Allí vivía un capitán del ejército romano que tenía un siervo al que estimaba mucho. Y ese siervo estaba enfermo, al borde de la muerte.

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Biblia Reina Valera 1960

Y el siervo de un centurión, a quien este quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

En ese tiempo, un apreciado esclavo de un oficial romano estaba enfermo y a punto de morir.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Había allí un capitán que tenía un sirviente muy enfermo al que quería mucho, y que estaba a punto de morir.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y el siervo de cierto centurión, a quien éste estimaba mucho, estaba enfermo y a punto de morir.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Un centurión tenía enfermo y a punto de morir un criado por el que sentía una gran estima.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y el siervo de un centurión, a quien este tenía en estima, estaba enfermo y a punto de morir.

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Lucas 7:2
24 Tagairtí Cros  

con la siguiente oración: «¡Alabado sea el Señor, Dios de mi amo Abraham, pues siempre ha sido tan bueno y leal con él! ¡Gracias por haberme guiado directamente a los familiares de mi amo!».


Poco después de esto murió Débora, la anciana que había criado a Rebeca. La sepultaron bajo una encina en el valle que quedaba junto a Betel. Por esto, a ese lugar Jacob le puso el nombre de Elón Bacut (encina del llanto).


El siervo consentido desde su niñez, al final traerá tristeza.


El centurión y los soldados que vigilaban a Jesús, horrorizados por el terremoto y los demás acontecimientos, exclamaron: ―¡Verdaderamente este era el Hijo de Dios!


El capitán romano, al ver lo que había sucedido, alabó a Dios y dijo: ―En verdad, este hombre era justo.


Cuando Jesús terminó de hablar al pueblo, entró en Capernaúm.


El capitán oyó hablar de Jesús y mandó a varios ancianos de los judíos a pedirle que fuera y sanara a su siervo.


porque su única hija, que tenía doce años, se estaba muriendo. Mientras Jesús iba hacia allá, la gente lo apretujaba.


En Cesarea vivía un oficial del ejército romano llamado Cornelio, capitán de un regimiento italiano.


Al irse el ángel, Cornelio llamó a dos de sus sirvientes y a un soldado piadoso miembro de su guardia personal.


El capitán fue y le avisó al comandante. ―¿Qué va a hacer usted? Este hombre es ciudadano romano.


Pablo llamó a uno de los capitanes y le dijo: ―Este muchacho tiene algo importante que decirle al comandante, llévelo con él.


Cuando decidieron por fin mandarnos a Italia, entregaron a Pablo y a otros presos a un capitán llamado Julio. Este pertenecía al batallón del emperador.


Al día siguiente, llegamos a Sidón. Julio fue muy amable y permitió que Pablo visitara a sus amigos y que ellos lo atendieran.


Pero el capitán de los soldados, para salvarle la vida a Pablo, no se lo permitió. Les ordenó que todos los que supieran nadar, saltaran primero al agua para llegar a tierra,


Esclavos, obedezcan en todo a sus amos terrenales; no traten de agradarlos sólo cuando ellos los estén vigilando, sino siempre; obedézcanlos de buena gana y por respeto a Dios.