Tú riegas la tierra para darle fertilidad. Los ríos de Dios nunca se secan. Tú preparas la tierra para tu pueblo y les envías ricas cosechas de trigo.
Lucas 7:16 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 La gente se llenó de miedo y, alabando a Dios, decía: ―Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha venido a ayudar a su pueblo. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y: Dios ha visitado a su pueblo. Biblia Nueva Traducción Viviente Un gran temor se apoderó de la multitud, y alababan a Dios diciendo: «Un profeta poderoso se ha levantado entre nosotros» y «Dios ha visitado hoy a su pueblo». Biblia Católica (Latinoamericana) Un santo temor se apoderó de todos y alababan a Dios, diciendo: 'Es un gran profeta el que nos ha llegado. Dios ha visitado a su pueblo. La Biblia Textual 3a Edicion Y un gran temor los sobrecogió, y glorificaban a Dios, diciendo: ¡Un gran profeta se ha levantado entre nosotros y Dios ha visitado a su pueblo! Biblia Serafín de Ausejo 1975 Todos quedaron sobrecogidos de temor y glorificaban a Dios, diciendo: 'Un gran profeta ha surgido entre nosotros; Dios ha visitado a su pueblo'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y: Dios ha visitado a su pueblo. |
Tú riegas la tierra para darle fertilidad. Los ríos de Dios nunca se secan. Tú preparas la tierra para tu pueblo y les envías ricas cosechas de trigo.
Los ancianos creyeron que el Señor los había enviado. Y cuando supieron que el Señor los había visitado, que había visto sus sufrimientos y había decidido rescatarlos, se regocijaron, se arrodillaron y lo adoraron.
Entonces esta ciudad será honra para mí, me dará gozo y será para mí fuente de reconocimiento y gran fama ante todas las naciones de la tierra. Los pueblos del mundo verán el bien que le hago a mi pueblo y estarán asombrados de todos los bienes que les concederé a Judá e Israel.
¡Qué espectáculo! Los que hasta entonces no podían pronunciar ni una palabra hablaban emocionados; los miembros inútiles de los lisiados eran restaurados; los cojos caminaban y saltaban, mientras que los ciegos, maravillados, contemplaban por primera vez el mundo. El gentío, asombrado, alababa al Dios de Israel.
Las mujeres, llenas de espanto y alegría a la vez, corrieron a buscar a los discípulos para darles el mensaje del ángel.
Un escalofrío de temor sacudió a la multitud ante aquel milagro, y todos alababan a Dios por haberles dado tanto poder a los seres humanos.
Los vecinos se llenaron de temor, y en toda la región montañosa de Judea se hablaba de lo sucedido.
«Alabemos al Señor, Dios de Israel, porque ha venido a rescatar a su pueblo.
Te derribarán, no dejarán ni una piedra sobre otra, y matarán a tus hijos. Todo esto ocurrirá porque no reconociste el tiempo en que Dios vino a salvarte.
Los pastores regresaron dando la gloria a Dios y alabándolo por lo que habían visto y oído. Todo sucedió tal como se les había dicho.
Él les preguntó: ―¿Qué ha pasado? Ellos le respondieron: ―Lo de Jesús de Nazaret. Era un profeta poderoso en lo que hacía y decía ante Dios y ante la gente.
Todos quedaron asombrados y comenzaron también a alabar a Dios. Y llenos de temor, decían: ―Hoy hemos visto cosas maravillosas.
Cuando Simón Pedro vio esto, cayó de rodillas ante Jesús y le dijo: ―¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!
Entonces el muerto se levantó y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.
Cuando el fariseo que había invitado a Jesús vio esto pensó: «Si este hombre fuera profeta, sabría que lo está tocando una mujer que tiene mala fama».
Entonces toda la gente de la región de los gerasenos le pidió a Jesús que se fuera de allí, porque todos tenían mucho miedo. En el momento en que Jesús subía a la barca para irse,
Ellos le respondieron: ―Unos dicen que eres Juan el Bautista, otros que eres Elías, y otros que eres uno de los antiguos profetas que ha resucitado.
Le preguntaron: ―¿Y quién eres entonces? ¿Eres acaso Elías? Él respondió: ―No lo soy. ―¿Eres el Profeta? ―No.
le preguntaron: ―Si no eres el Cristo, ni Elías ni el Profeta, ¿por qué bautizas?
Al darse cuenta de la señal milagrosa que Jesús realizó, la gente comenzó a decir: ―No cabe duda de que este es el profeta que tenía que venir al mundo.
Por eso volvieron a preguntarle al que había sido ciego: ―Él fue quien te dio la vista; ¿qué opinas de él? Él contestó: ―Yo digo que es un profeta.
Al escuchar estas palabras, Ananías cayó al suelo y murió, y un gran temor se apoderó de los que escucharon esto.
»Moisés le dijo al pueblo de Israel que de entre sus hermanos Dios levantaría un profeta muy semejante a él.
»El Señor tu Dios hará surgir en medio de todo el pueblo a un profeta como yo; a un hombre a quien deberán oír y obedecer.