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Lucas 12:17 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Y se puso a pensar: “¿Qué haré? No tengo dónde guardar mi cosecha”.

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Biblia Reina Valera 1960

Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Se dijo a sí mismo: “¿Qué debo hacer? No tengo lugar para almacenar todas mis cosechas”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Pensaba: ¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mis cosechas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

y él razonaba dentro de sí,° diciendo: ¿Qué haré?° Porque no tengo donde más guardar° mis frutos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Y discurría para sí de esta forma: '¿Qué voy a hacer, si ya no tengo dónde almacenar mis cosechas?'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde almacenar mis frutos?

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Lucas 12:17
23 Tagairtí Cros  

Reparte tus regalos entre muchos pues no sabes si tú mismo estarás mañana en necesidad.


Ayuno es que compartan su alimento con los hambrientos y que alberguen en sus hogares a los indefensos y menesterosos, que vistan a los que padecen frío y ayuden a todo aquel que necesite de su auxilio.


Los discípulos pensaron que les decía eso porque se les había olvidado llevar pan.


Denle al que les pida, y no le den la espalda al que les pida prestado.


Un maestro de la ley fue ante Jesús y lo quiso poner a prueba haciéndole esta pregunta: ―Maestro, ¿qué tengo que hacer para tener la vida eterna?


Den a los pobres de lo que ustedes tienen dentro, y así todo quedará limpio.


Entonces les contó esta parábola: ―Un hombre rico tenía un terreno que le había producido muy buena cosecha.


Después de pensarlo dijo: “Ya sé lo que haré. Derribaré mis graneros y construiré unos más grandes, donde pueda guardar toda mi cosecha y mis bienes.


Después Jesús les aconsejó a sus discípulos: ―Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué van a comer; ni por su cuerpo, con qué se van a vestir.


Y no se preocupen por qué van a comer o a beber; no se angustien.


Vendan lo que tienen, y den a los pobres. Hagan para ustedes bolsas que no se desgasten; guarden en el cielo un tesoro que no se acabe. Allí no hay ladrón que robe ni polilla que destruya.


El administrador se puso a pensar: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón ya no quiere que sea su administrador? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna.


Por eso yo les aconsejo que usen las riquezas de este mundo para ganar amigos y así, cuando esas riquezas se les acaben a ustedes, los reciban en las viviendas eternas.


Jesús le respondió: ―Hay una cosa que todavía no has hecho: vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres. Así tendrás un tesoro en el cielo. Cuando lo hayas hecho, ven y sígueme.


El rey le respondió: “¡Muy bien, eres un buen empleado! Como has sido fiel en lo poco que te entregué, te nombro gobernador de diez ciudades”.


Y Juan les contestaba: ―El que tiene dos trajes, debe compartir con el que no tiene ninguno. El que tiene comida, compártala con el que no tiene.


―Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme? —les preguntó suplicante, después de sacarlos de allí.


Aquellas palabras de Pedro los conmovieron tan profundamente que le dijeron al propio Pedro y a los demás apóstoles: ―Hermanos, ¿qué debemos hacer?


Cuando vean a algún hermano en necesidad, corran a ayudarlo. Y fórmense el hábito de ofrecer alojamiento a los que lo necesiten.


Di a los ricos de este mundo que no sean orgullosos y que no depositen sus esperanzas en las efímeras riquezas sino en Dios, que siempre nos proporciona todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.


Al morir por nosotros, Cristo nos demostró lo que es el amor. Nosotros también debemos dar la vida por nuestros hermanos.