Sí, aquí hay uno —dijo el rey Acab—, pero yo lo odio, porque jamás me profetiza algo bueno, sino todo lo malo. Su nombre es Micaías hijo de Imlá. ―¡Vamos! —respondió Josafat—. No digas tal cosa.
Lucas 11:45 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Un maestro de la ley le dijo: ―Maestro, cuando dices todo esto también a nosotros nos insultas. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Respondiendo uno de los intérpretes de la ley, le dijo: Maestro, cuando dices esto, también nos afrentas a nosotros. Biblia Nueva Traducción Viviente —Maestro —le dijo un experto en la ley religiosa—, nos has insultado a nosotros también con lo que has dicho. Biblia Católica (Latinoamericana) Un maestro de la Ley tomó entonces la palabra y dijo: 'Maestro, al hablar así nos ofendes también a nosotros. La Biblia Textual 3a Edicion Respondiendo entonces uno de los doctores de la ley, le dice: Maestro, diciendo estas cosas, también nos afrentas a nosotros. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Un doctor de la ley le dice entonces: 'Maestro, diciendo tales cosas, nos ofendes también a nosotros'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y respondiendo uno de los doctores de la ley, le dice: Maestro, cuando dices esto, también nos afrentas a nosotros. |
Sí, aquí hay uno —dijo el rey Acab—, pero yo lo odio, porque jamás me profetiza algo bueno, sino todo lo malo. Su nombre es Micaías hijo de Imlá. ―¡Vamos! —respondió Josafat—. No digas tal cosa.
Ni una sola vez me has permitido decirles siquiera una palabra bondadosa, todo el tiempo he tenido que anunciarles desastre, horror y destrucción. Con razón se ríen y burlan de mí y convierten mi nombre en chiste de la familia.
Pero, ¿quién escuchará cuando yo los prevengo? Tienen los oídos tapados y se niegan a escuchar. La palabra de Dios sólo les causa molestia, para nada les gusta.
y se les ocurrió una nueva idea. Uno de ellos, abogado, preguntó a Jesús:
Jesús le respondió: ―¡Ay de ustedes también, maestros de la ley! Ponen sobre los demás cargas que apenas pueden soportar, y ustedes no levantan ni un dedo para ayudarlos.
»¡Ay de ustedes, maestros de la ley!, porque se han quedado con el control del conocimiento. Ustedes mismos no entran; y a los que quieren entrar, no los dejan».
Pero los fariseos y los maestros de la ley no quisieron que Juan los bautizara, y de esta manera rechazaron el propósito que Dios tenía para ellos.
A ustedes el mundo no los odia, pero a mí sí me odia, porque yo les muestro que sus obras son malas.
Algunos fariseos que estaban con él, al oír que decía esto, le preguntaron: ―¿Quieres decir que nosotros somos ciegos?