Bíobla ar líne

Fógraí


An Bíobla ar fad Sean-Tiomna Tiomna Nua




Jonás 2:4 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Entonces dije: “He sido arrojado de tu presencia. ¿Cómo me será posible volver a visitar tu santo templo de Jerusalén?”.

Féach an chaibidil
Taispeáin Interlinear Bible

Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

Entonces dije: Desechado soy de delante de tus ojos; Mas aún veré tu santo templo.

Féach an chaibidil

Biblia Nueva Traducción Viviente

Entonces dije: “Oh Señor, me has expulsado de tu presencia; aun así volveré a mirar hacia tu santo templo”.

Féach an chaibidil

Biblia Católica (Latinoamericana)

Me habías arrojado en el corazón del mar, y la corriente me cercaba, tus olas y tus remolinos pasaban sobre mí.

Féach an chaibidil

La Biblia Textual 3a Edicion

Me dije: Desechado soy de tu presencia, ¿Cómo podré volver a contemplar tu santa Casa?

Féach an chaibidil

Biblia Serafín de Ausejo 1975

Me arrojaste al abismo, al seno de los mares, y la corriente me envolvió; todas tus olas, tu oleaje, cargaron sobre mí.

Féach an chaibidil

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y yo dije: Echado soy de delante de tus ojos: Mas aún veré tu santo templo.

Féach an chaibidil
Aistriúcháin eile



Jonás 2:4
20 Tagairtí Cros  

si ellos realmente se vuelven hacia ti, y oran hacia esta tierra que tú has dado a sus padres, y hacia esta ciudad de Jerusalén que tú has escogido, y hacia este templo que yo edifiqué a tu nombre,


yo arrancaré al pueblo de Israel de esta tierra que les he dado. Los arrancaré de este templo que he santificado para mi nombre y los echaré fuera de mi vista; e Israel será el centro de las burlas de las naciones, ejemplo y proverbio de un desastre repentino.


Hablé a la ligera cuando dije: «El Señor me ha abandonado», pues tú escuchaste mi plegaria y me respondiste.


Sin embargo, día tras día derrama el Señor sobre mí su constante amor; y por la noche entono sus cánticos y elevo oración al Dios que me da vida.


Pero yo entraré en tu templo bajo el amparo de la misericordia y tu amor; y te adoraré con profundísimo y reverente temor.


Me has arrojado al hoyo más profundo, al más oscuro abismo.


Tu enojo es como una pesada carga para mí; como si fuera olas que me hunden.


»Sí, ahora lo comprendo: fue bueno que yo padeciera esta amargura, pues amorosamente me has librado de la muerte, has perdonado todos mis pecados.


Pero ellos dicen: «Mi Señor nos ha abandonado, nos ha olvidado».


Entonces el Señor me dijo: Aun si Moisés y Samuel vinieran ante mí a rogarme por este pueblo, yo no les ayudaría. ¡Fuera con ellos! ¡Échalos de mi presencia!


¡Y los echaré de mi presencia tal como lo hice con sus hermanos, los del pueblo de Efraín!


El agua me cubría por completo. Pensé: «Este es el fin».


Luego el Señor me explicó lo que la visión significaba: «Estos huesos, me dijo, representan a todo el pueblo de Israel. Ellos dicen: “¡Hemos llegado a ser como un montón de huesos secos; toda esperanza se ha ido de nosotros!”.


Pero aunque Daniel lo supo, se fue a su hogar y se arrodilló como de costumbre en su dormitorio en la planta alta, con sus ventanas abiertas hacia Jerusalén, y oró tres veces al día, tal como siempre lo había hecho, dando gracias a su Dios.


»Cuando casi había perdido toda mi esperanza, mis últimos pensamientos los dirigí una vez más al Señor, y mi oración desesperada fue escuchada por él.