los profetas anunciando mentiras y los sacerdotes muy contentos apoyándolos. Y al pueblo parece que le gusta esta situación. ¡¿Dónde irá a parar toda esta locura?!
Jeremías 26:7 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Cuando Jeremías terminó su mensaje, luego que dijo todo cuanto el Señor le había ordenado, los sacerdotes, los falsos profetas y todo el pueblo reunido en el templo se le echaron encima gritando: ―¡Muera! ¡Muera! Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías hablar estas palabras en la casa de Jehová. Biblia Nueva Traducción Viviente Los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo escucharon a Jeremías mientras hablaba frente al templo del Señor; Biblia Católica (Latinoamericana) Los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías pronunciar estas palabras en la Casa de Yavé. La Biblia Textual 3a Edicion Y los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías hablar estas palabras en la Casa de YHVH. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron pronunciar a Jeremías estas palabras en el templo de Yahveh. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y los sacerdotes, los profetas, y todo el pueblo, oyeron a Jeremías hablar estas palabras en la casa de Jehová. |
los profetas anunciando mentiras y los sacerdotes muy contentos apoyándolos. Y al pueblo parece que le gusta esta situación. ¡¿Dónde irá a parar toda esta locura?!
Los jueces son corruptos, pues reciben dinero para juzgar a favor de los ricos; los sacerdotes enseñan sólo si se les paga, y los falsos profetas le ponen precio a sus mensajes. Y como si esto fuera poco, mal usan el nombre del Señor, diciendo: «¡El Señor está entre nosotros! ¡Ningún mal nos puede acontecer!».
Sus profetas son unos parlanchines mentirosos que engañan a la gente. Sus sacerdotes deshonran el templo con sus infracciones a la ley de Dios.
Los principales sacerdotes y los demás jefes judíos vieron aquellos sorprendentes milagros; y cuando escucharon a los niños que gritaban en el templo: «¡Viva el Hijo de David!», se perturbaron y se llenaron de indignación. Entonces le dijeron a Jesús:
El sumo sacerdote y sus colegas de la secta de los saduceos reaccionaron con envidia,