Que muchas naciones te sirvan; que muchos pueblos se inclinen delante de ti. Que seas el amo de todos tus parientes, y que todos ellos se inclinen delante de ti. Malditos sean los que te maldigan, y benditos los que te bendigan».
Génesis 42:10 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 ―¡No, no! —exclamaron—. Sólo hemos venido a comprar alimentos. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Ellos le respondieron: No, señor nuestro, sino que tus siervos han venido a comprar alimentos. Biblia Nueva Traducción Viviente —¡No, mi señor! —exclamaron—. Sus siervos han venido simplemente a comprar alimento. Biblia Católica (Latinoamericana) Les dijo: 'Ustedes son espías y vienen a descubrir los secretos del país. Respondieron ellos: 'No, señor, tus siervos han venido a comprar alimentos. La Biblia Textual 3a Edicion Pero ellos le dijeron: No, señor mío, sino que tus siervos vinieron a comprar alimento. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Le contestaron: 'No, señor mío; tus siervos han venido a comprar víveres. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y ellos le respondieron: No, señor mío: mas tus siervos han venido a comprar alimentos. |
Que muchas naciones te sirvan; que muchos pueblos se inclinen delante de ti. Que seas el amo de todos tus parientes, y que todos ellos se inclinen delante de ti. Malditos sean los que te maldigan, y benditos los que te bendigan».
―Lo he puesto por señor tuyo y le he dado por siervos a todos sus parientes —le respondió Isaac—. Le he garantizado que tendrá abundancia de grano y de vino. ¿Qué puedo darte a ti, hijo mío?
―¿Quiere decir que vas a ser nuestro rey? —se burlaron—, y lo odiaron aún más por el sueño y porque creían que él se jactaba de ser superior a ellos.
Somos hijos del mismo padre, somos personas honradas, señor. ¡No somos espías!
Si encuentra su copa en poder de alguno de nosotros, que muera. Todos los demás seremos esclavos de su amo para siempre.
Repentinamente, Abdías vio que Elías se le acercaba. Abdías lo reconoció inmediatamente y cayó en tierra delante de él. ―¿Es usted, mi señor Elías? —le preguntó.
Saúl reconoció la voz de David y dijo: ―¿Eres tú, hijo mío, David? Y David respondió: ―Sí, señor, soy yo.