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Génesis 18:30 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

―No te enojes conmigo, mi Señor —le rogó Abraham—, si digo algo más. ¿Y si hubiera sólo treinta? Y el Señor le contestó: ―No destruiría la ciudad si encontrara en ella treinta justos.

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Biblia Reina Valera 1960

Y dijo: No se enoje ahora mi Señor, si hablare: quizá se hallarán allí treinta. Y respondió: No lo haré si hallare allí treinta.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

—Por favor, no te enojes, mi Señor —rogó Abraham—. Permíteme seguir hablando. ¿Supongamos que se encontraran solamente treinta justos? El Señor le contestó: —No la destruiré si encuentro treinta.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Abrahán continuó todavía: 'No se enoje mi Señor si sigo hablando, pero tal vez no se encuentren más que treinta justos. Yavé contestó: 'No lo haré si encuentro allí treinta justos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Entonces dijo: No se enoje ahora mi Señor, y podré hablar: Quizá se hallen allí treinta. Y dijo: No actuaré si hallo allí treinta.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Insistió Abrahán: 'No se enoje mi Señor, si me atrevo a seguir hablando. ¿Y si hay treinta?'. Contestó: 'No lo haré si hallo allí los treinta'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y dijo: No se enoje ahora mi Señor, si hablare; quizá se hallarán allí treinta. Y respondió: No lo haré si hallare allí treinta.

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Génesis 18:30
12 Tagairtí Cros  

Insistió Abraham con sus ruegos: ―Supongamos que hubiera solamente cuarenta. Y el Señor le contestó: ―No la destruiría si encontrara cuarenta justos.


Entonces Abraham dijo: ―Es atrevimiento mío hablarte así mi Señor, pero permíteme continuar: Supongamos que haya solamente veinte. Y el Señor le contestó: ―No destruiría la ciudad, por amor a los veinte.


Entonces Judá se adelantó y dijo: ―Déjeme decirle algo. Tenga paciencia conmigo por un momento, porque sé que usted puede condenarme en un instante, como si fuera el mismo faraón.


«No soy nada. ¿Cómo podría jamás hallar las respuestas? Me tapo la boca con la mano y guardo silencio.


Señor, tú conoces el anhelo de los desvalidos. Ciertamente escucharás sus clamores y los consolarás.


Los poderes angelicales más altos se quedan temerosos ante Dios; él es más asombroso que ninguno de los que rodea su trono.


El que castiga a los homicidas tiene cuidado de los desvalidos. No olvida las súplicas de los atribulados que le piden ayuda.


Entonces dije: «¡Esta es mi muerte! Porque soy un pecador de boca impura, miembro de una raza pecadora, de inmunda boca, y sin embargo he mirado al Rey, al Señor Todopoderoso».


Pero Gedeón le dijo al Señor: «Señor, no te enojes conmigo, pero permíteme hacer una prueba más. Esta es: que la lana quede seca y que la tierra amanezca mojada».