También llegó de Jerusalén Mefiboset, nieto de Saúl. No se había lavado los pies ni la ropa, ni se había cortado la barba desde el día en que el rey salió de Jerusalén. El rey le preguntó: ―¿Por qué no viniste conmigo, Mefiboset?
Éxodo 33:4 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Cuando los israelitas oyeron estas duras palabras, se pusieron a llorar, y se despojaron de sus joyas y ornamentos, Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y oyendo el pueblo esta mala noticia, vistieron luto, y ninguno se puso sus atavíos. Biblia Nueva Traducción Viviente Cuando los israelitas oyeron estas palabras tan duras, hicieron duelo y dejaron de usar joyas y ropa fina. Biblia Católica (Latinoamericana) El pueblo escuchó esta advertencia; ninguno se puso su traje de fiesta; más bien hicieron duelo. La Biblia Textual 3a Edicion Cuando el pueblo oyó esta mala noticia, prorrumpió en llanto y ninguno se vistió sus atavíos. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Al oír el pueblo esta mala noticia, hizo duelo y nadie se vistió sus galas. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y oyendo el pueblo esta mala noticia, hicieron duelo, y ninguno se puso sus atavíos: |
También llegó de Jerusalén Mefiboset, nieto de Saúl. No se había lavado los pies ni la ropa, ni se había cortado la barba desde el día en que el rey salió de Jerusalén. El rey le preguntó: ―¿Por qué no viniste conmigo, Mefiboset?
Cuando Acab oyó estas profecías, se vistió con ropa áspera y ayunó. No se quitaba esa ropa para dormir, y andaba deprimido.
Cuando el rey Ezequías escuchó este informe, rasgó sus vestiduras, se vistió de ropa áspera, y entró en el templo del Señor a orar.
Cuando oí esto, rasgué mi ropa, me arranqué los cabellos y la barba, y me senté lleno de angustia.
Job se levantó y rasgó su manto y se rasuró la cabeza en señal de duelo y se postró en tierra en actitud de adoración.
Job estaba tan cambiado que casi no lo reconocieron. Sus amigos rompieron a llorar, rasgaron su ropa, lanzaron polvo al aire y se echaron tierra en la cabeza en señal de dolor.
Tiemblen, mujeres de vida cómoda, renuncien a la despreocupación. Quítense su linda ropa, pónganse saco penitencial por su dolor.
Puedes suspirar, pero en forma silenciosa. Que no haya duelo ni llanto ante su tumba, no te descubras la cabeza ni los pies como es la costumbre en estos casos, ni tampoco aceptes la comida que te traigan los amigos para consolarte».
Sus cabezas y pies no serán descubiertos como es la costumbre, no harán duelo ni llorarán. Pero lamentarán los unos por los otros por sus maldades y harán duelo a solas por todo el mal que han hecho.
Entonces todos los soberanos de los puertos de mar descenderán de sus tronos y se quitarán sus hermosas vestimentas y se sentarán sobre el suelo temblando de miedo por lo que han visto, asombrados y atónitos por lo que te ha sucedido.
»Se acuestan en sus camas a gemir por su desgracia, pero no oran a mí con sinceridad. Cuando no tienen trigo ni vino, se hacen heridas en el cuerpo para solicitar ayuda a los ídolos, y no dejan de ser rebeldes.
Entonces Moisés les dijo a Aarón y a sus hijos Eleazar e Itamar: «No lloren ni anden despeinados, ni se rasguen sus vestidos, en señal de duelo. Si lo hacen, el Señor se enojará contra ustedes y les dará muerte también, y hará caer su ira sobre todo el pueblo de Israel. El resto del pueblo sí puede lamentar la muerte de Nadab y Abiú y puede hacer duelo por el terrible fuego que el Señor ha enviado.
Cuando el rey de Nínive supo lo que Jonás estaba predicando, bajó del trono, se quitó las ropas reales, se vistió también con ropa áspera y se sentó sobre ceniza.
preguntarles a los sacerdotes y a los profetas si debían o no continuar con la práctica del ayuno del mes quinto del año, tal como lo venían haciendo desde hacía varios años.
«Cuando regresen a Betel, digan a su pueblo y a sus sacerdotes: “Durante los setenta años de exilio, cada vez que ayunaron y se humillaron en los meses quinto y séptimo, ¿lo hacían pensando sinceramente en dejar de cometer maldades y ser fieles a mis instrucciones? ¡No, de ninguna manera!
Entonces el pueblo comenzó a llorar en alta voz y se pasaron la noche llorando.
Y hubo llanto en el campamento cuando Moisés les informó lo que el Señor le había dicho.
Pero el Señor dio muerte a setenta hombres de Bet Semes porque se atrevieron a mirar dentro del cofre. Y el pueblo hizo duelo a causa de los muchos que el Señor había matado.