Entonces sus siervos le dijeron: «Señor, hemos oído decir que los reyes de Israel son muy misericordiosos. Vistámonos con ropas ásperas, pongámonos cuerdas en el cuello y salgamos para ver si el rey Acab nos deja con vida».
Ester 7:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 La reina Ester le contestó: ―Si de verdad me he ganado el favor de Su Majestad, y si lo desea, le ruego que salve mi vida y la vida de mi pueblo. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Entonces la reina Ester respondió y dijo: Oh rey, si he hallado gracia en tus ojos, y si al rey place, séame dada mi vida por mi petición, y mi pueblo por mi demanda. Biblia Nueva Traducción Viviente La reina Ester contestó: —Si he logrado el favor del rey, y si al rey le agrada conceder mi petición, pido que mi vida y la vida de mi pueblo sean libradas de la muerte. Biblia Católica (Latinoamericana) La reina Ester respondió al rey: 'Si me quiere hacer un favor y si el rey lo estimare conveniente, pido que se me conceda la vida, deseo que se la conceda a mi pueblo. La Biblia Textual 3a Edicion Entonces la reina Ester respondió y dijo: Oh rey, si he hallado gracia ante tus ojos, y si ello place al rey, ¡concédase mi vida por mi petición y la de mi pueblo por mi demanda! Biblia Serafín de Ausejo 1975 Respondió la reina Ester y dijo: 'Si gozo de tu favor, oh rey, y si al rey le parece bien, que se me conceda la vida según mi deseo, y la de mi pueblo según mi petición. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Entonces la reina Esther respondió y dijo: Oh rey, si he hallado gracia en tus ojos, y si le place al rey, me sea dada mi vida por mi petición, y mi pueblo por mi demanda. |
Entonces sus siervos le dijeron: «Señor, hemos oído decir que los reyes de Israel son muy misericordiosos. Vistámonos con ropas ásperas, pongámonos cuerdas en el cuello y salgamos para ver si el rey Acab nos deja con vida».
Una vez más, el rey envió cincuenta hombres, pero esta vez el oficial se puso de rodillas ante Elías, y le rogó: ―Varón de Dios, perdona mi vida y la vida de estos tus cincuenta siervos.
Además, Mardoqueo le dio a Hatac una copia del decreto del rey en el que se condenaba a todos los judíos, y le pidió que se lo mostrara a Ester y le contara lo que estaba ocurriendo. También le pidió que le dijera a Ester que fuera a ver al rey y le suplicara que no le hiciera tal mal a su pueblo.
El rey se levantó y salió del banquete al jardín del palacio. Pero Amán se quedó suplicándole a la reina Ester que le salvara la vida, porque sabía que ya no contaba con la ayuda del rey.
y le dijo: ―Si a Su Majestad le parece bien, y si en verdad me ama, le ruego que saque otro decreto, por medio del cual anule la orden que Amán dio de exterminar a los judíos que viven en todas las provincias del reino.
―¿Y qué si lo perjudico en carne propia? —respondió el acusador—. El hombre dará cualquier cosa por salvar su vida. ¡Dáñalo con una enfermedad, y te maldecirá en tu propia cara!
diles simplemente que me suplicaste que no te volviera al calabozo en casa de Jonatán, pues allí morirías».