Que suba a tu presencia mi oración como una ofrenda de incienso; que hacia ti levante mis manos como un sacrificio vespertino.
Apocalipsis 5:8 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Al hacerlo, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante él con arpas y copas de oro llenas de incienso —que son las oraciones del pueblo santo—, Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; Biblia Nueva Traducción Viviente Y cuando tomó el rollo, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Cada uno tenía un arpa y llevaba copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones del pueblo de Dios. Biblia Católica (Latinoamericana) Cuando lo tomó, los cuatro Seres Vivientes se postraron ante el Cordero. Lo mismo hicieron los veinticuatro ancianos que tenían en sus manos arpas y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos. La Biblia Textual 3a Edicion Y cuando tomó el rollo, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero, teniendo cada uno una cítara, y tazones° de oro llenos de incienso, que son las oraciones de los santos.° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Cuando lo tomó, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos cayeron ante el Cordero. Cada uno de ello tenía una citara y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones del pueblo santo. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero, teniendo cada uno arpas, y tazones de oro llenos de perfumes, que son las oraciones de los santos. |
Que suba a tu presencia mi oración como una ofrenda de incienso; que hacia ti levante mis manos como un sacrificio vespertino.
Allí acudiré al altar de Dios, del Dios que es la fuente de mi gozo, y lo alabaré con mi arpa. ¡Oh Dios, mi Dios!
Cantemos con el acompañamiento de pandereta; y de la melodiosa lira y el arpa.
Al día siguiente Juan vio que Jesús se acercaba a él, y exclamó: «¡Aquí viene el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!
para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que se niega a honrar al Hijo, tampoco honra al Padre que lo envió.
Cuando Dios trajo a su Primogénito al mundo, dijo: «Adórenlo todos los ángeles de Dios».
Y la adoraron todos los seres humanos cuyos nombres no estaban inscritos, desde la creación del mundo, en el libro del Cordero que fue sacrificado.
Vi también algo semejante a un océano de fuego y vidrio, sobre el que estaban de pie los que habían salido victoriosos de su lucha con la bestia, su estatua y el número que representa su nombre. En las manos traían las arpas de Dios,
Uno de los cuatro seres vivientes entregó a cada uno de los siete ángeles una copa de oro llena del furor del Dios que vive por los siglos de los siglos.
Entonces los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron y adoraron a Dios, que estaba sentado sobre el trono, y decían: «¡Amén! ¡Aleluya!».
los veinticuatro ancianos se postraban en adoración delante del que vive eternamente y tiraban sus coronas delante del trono, al tiempo que cantaban:
y veinticuatro tronos ocupados por veinticuatro ancianos vestidos de blanco y con coronas de oro.
y había un mar como de cristal reluciente. En medio y alrededor del trono había cuatro seres vivientes, llenos de ojos por detrás y por delante.
Cada uno de ellos tenía seis alas y estaba cubierto de ojos por dentro y por fuera. Y día y noche decían: «Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, que es y que ha de venir».
Escuché entonces el canto de millones y millones de ángeles que rodeaban el trono, de los seres vivientes y de los ancianos.
Cantaban esto a gran voz: «El Cordero que fue sacrificado es digno de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza».
Mientras tanto, los cuatro seres vivientes decían: «¡Amén!». Y los veinticuatro ancianos se postraron y adoraron.
Entonces miré. En medio del trono, de los cuatro seres vivientes y de los ancianos, estaba un Cordero de pie en el que eran visibles las heridas que le causaron la muerte. Tenía siete cuernos y siete ojos, que representaban los siete espíritus de Dios enviados a todas partes del mundo.
Y vi cuando el Cordero rompió el primer sello. Entonces uno de los cuatro seres vivientes, con voz de trueno, dijo: «¡Ven y ve!».