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Apocalipsis 5:5 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Pero uno de los ancianos me dijo: «No llores. Allí está el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, que con su victoria ha demostrado ser digno de romper los siete sellos del pergamino y desenrollarlo».

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Biblia Reina Valera 1960

Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

pero uno de los veinticuatro ancianos me dijo: «¡Deja de llorar! Mira, el León de la tribu de Judá, el heredero del trono de David, ha ganado la victoria. Él es digno de abrir el rollo y sus siete sellos».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Entonces uno de los ancianos me dijo: 'No llores más; acaba de triunfar el león de la tribu de Judá, el brote de David; él abrirá el libro y sus siete sellos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Pero uno de los ancianos me dice: ¡No llores! ¡He aquí el León, el de la tribu de Judá,° la raíz de David,° ha vencido para abrir el rollo y sus siete sellos!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Pero uno de los ancianos me dice: 'Deja de llorar; que ha vencido el león de la tribu de Judá, la raíz de David, para abrir el rollo y sus siete sellos'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y uno de los ancianos me dijo: No llores; he aquí el León de la tribu de Judá, la raíz de David, que ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.

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Apocalipsis 5:5
25 Tagairtí Cros  

Había dos leones en cada grada, doce en total. No había otro trono en el mundo tan espléndido como aquél.


Tenía seis gradas, un estrado de oro y dos brazos. A cada lado de los brazos del asiento había un león de pie,


Se enorgullece de sus escamas traslapadas perfectamente selladas, que no dejan pasar aire, y que nada puede penetrarlas.


La descendencia real de David será interrumpida, cortada como se hace con un árbol, pero del tronco surgirá un renuevo, una nueva rama de la antigua raíz.


En aquel día, el que creó la dinastía real de David será estandarte de salvación para todo el mundo. Las naciones acudirán a él, pues el sitio en donde viva será un lugar glorioso.


Pero el Señor dice: ¡No llores más, porque yo he oído tus plegarias y te aseguro que los volverás a ver; regresarán a ti desde la lejana tierra enemiga donde ahora se encuentran!


así que me acerqué a uno de los que estaban parados al lado del trono y le pregunté el significado de todas estas cosas, y él me las explicó:


Israel duerme como león, como leona, ¿quién se atreve a hacer que se levante? Bendito será el que te bendiga, oh Israel, y maldito será el que te maldiga».


Jesús se volvió hacía ellas y les dijo: ―Hijas de Jerusalén, no lloren por mí. Lloren más bien por ustedes y por sus hijos.


Al verla el Señor, tuvo compasión de ella y le dijo: ―No llores.


Todos estaban llorando y lamentaban la muerte de la niña. Pero Jesús les dijo: ―¡No lloren! Ella no está muerta, sino dormida.


Le preguntaron los ángeles: ―¿Por qué lloras, mujer? Ella les respondió: ―Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto.


Son buenas noticias acerca de su Hijo, Jesucristo nuestro Señor. En su calidad de hombre era descendiente de la familia de David,


Y el profeta Isaías añade: «Habrá un heredero en la familia de Isaí y reinará sobre las naciones; en él depositarán los pueblos su esperanza».


Esta es la revelación que Dios le dio a Jesucristo para que él le muestre a sus servidores los acontecimientos que ocurrirán pronto. Jesucristo se los reveló por medio de un ángel a su siervo Juan.


»Yo, Jesús, he enviado a mi ángel a anunciar estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y la descendencia de David. Yo soy la estrella resplandeciente de la mañana».


Al que salga vencedor, le daré el derecho de que se siente junto a mí en el trono, de la misma manera que al vencer yo me senté con mi Padre en su trono.


los veinticuatro ancianos se postraban en adoración delante del que vive eternamente y tiraban sus coronas delante del trono, al tiempo que cantaban:


y veinticuatro tronos ocupados por veinticuatro ancianos vestidos de blanco y con coronas de oro.


No pude contener el dolor que me embargó ante la desgracia de que no hubiera nadie digno de revelarnos el contenido del pergamino, y rompí a llorar.


Y vi cuando el Cordero rompió el primer sello. Entonces uno de los cuatro seres vivientes, con voz de trueno, dijo: «¡Ven y ve!».


Entonces uno de los veinticuatro ancianos me preguntó: ―¿Sabes quiénes son estos que están vestidos de blanco y de dónde han venido?